Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
¡Multitud de anécdotas protagonizadas por los toros bravos! Unas veces con afán de sensacionalismo, y otras consideradas en su justa medida, nos han llevado a la idea de que el toro bravo tiene una gran memoria y además vengativa.
Es el caso de “aquél mayoral que trataba a un toro con demasiada dureza y éste…en un momento de descuido por parte de su cuidador, le propinó una cornada certera que acabó con el pérfido maltratador”.
O bien este otro de “aquel nómada que trataba a su dromedario con excesiva dureza, hasta que el camélido aprovechó un descuido y lo aplastó con la quilla de su esternón”
Sinceramente creo que no pasan de meras anécdotas protagonizadas por animales en un momento de arrebato o de puesta en escena de sus instintos.
En el caso del toro de lidia, es lógico que, un animal que ha sido seleccionado de manera progresiva en aras de su bravura, acometa contra todo lo que se interponga entre él y su querencia, y acaso el mayoral de la anécdota se olvido de esta norma primordial.
Otra cuestión es que el toro bravo recuerde cuando alguien le ha propinado unos capotazos o muletazos, y que esta acción le imposibilite para salir a una plaza de toros donde ser lidiado tras perder su virginidad torera, o que se niegue a entrar en la manga que le conduce al cajón de curas recordando el daño sufrido en la reparación de sus heridas.
Ningún estudio realizado al respecto, por la complicación que ello conlleva, pues no veo muy factible a un toro bravo sometido a la Tomografía por Emisión de Positrones (PET) para el estudio de la actividad cerebral producida durante la realización de distintas funciones cognitivas, ni a la RM funcional (RMf) como estudio de la actividad neuronal a través de los cambios que se producen en los niveles de oxígeno en sangre.
Cierto que, el “toro virgen de toreo”, suele embestir en derechura, mientras que el toro toreado previamente, suele ir al bulto desentendiéndose de las telas ofrecidas, pero… ¿es cuestión de retentiva por parte del animal?
¿Cómo saber si el toro recuerda o no ciertas vivencias? Habría que estudiar su memoria si bien luego, los resultados serían difíciles de interpretar.
La memoria del toro le permite almacenar, al igual que a los humanos, cierta información para utilizarla después. Por eso recuerda el camino que le lleva al abrevadero, al acostadero o a la entrada del mueco.
Imagino que la memoria pasará por los tres procesos de codificación, almacenaje y recuperación por los que pasa en los humanos. E imagino también que, la memoria que predominará en el toro será la Memoria sensorial al ser la que almacena la información que recibimos de los sentidos, auxiliada en determinados casos, por la Memoria a Corto Plazo (MCP) en primera fase sin necesidad de llegar a la segunda fase denominada Memoria de Trabajo.
En esta memoria imagino que es donde el toro bravo almacenará por razón de novedad, aquel capotazo o muletazo que le propinaron en el campo o en la plaza de tientas, y que registrará definitivamente en alguno de los muchos espacios en blanco con que contará su memoria, debido a que en su corta vida (cinco años como máximo), no habrá tenido excesivas vivencias en su monótona pervivencia de ir creciendo para alcanzar el trapío que exigen para su lidia, determinadas plazas.
Pues sigo imaginando que, esta MCP tendrá espacio libre suficiente en su “disco duro”, como para no tener que utilizar la Memoria a Largo Plazo (MLP) dotada de almacenamiento ilimitado, si bien también seguimos imaginando que cuando se trata de una información significativa, y en el caso del toro de lidia es el acto de embestir, puede llevarla para almacenar a esa MLP.
Esta es la gran incógnita que tenemos por falta de experimentos fiables en este sentido, y naturalmente somos conscientes que el término empleado en el ámbito del experimento animal se denomina aprendizaje, y no memoria término reservado para el contexto de recuerdo humano. Recuerdo que se halla disperso en complejos circuitos neuronales que, en el caso de los mamíferos, están en la corteza cerebral y que según se dice está consolidado por la proteína NF-kB. El catedrático Dr. José María Ruiz Vargas de la asignatura de Psicología de la Memoria de la U.A de Madrid afirma: “lo almacenado en nuestra memoria no se pierde jamás”, si bien lógicamente como el cerebro registra todo, la memoria se tiene que deshacer diariamente de gran cantidad de información que no vale para nada enviándola a la “papelera de reciclaje” para dejar hueco a lo interesante, en ese prodigioso disco duro que al dotarnos de identidad nos hace absolutamente únicos.
Y he de seguir imaginando que el toro bravo no tendrá “papelera de reciclaje” por aquello de la monotonía que preside su corta vida.
Los humanos recordamos mucho, pero olvidamos más generalmente por desuso, lo que sigo imaginando no debe darse en el toro bravo porque no es demasiado lo que tendrá que olvidar.
Demasiadas imaginaciones en este estudio, pero… ¡es lo que hay!
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