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martes, 13 de enero de 2009

LOS INSULTOS SIN RAZÓN.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Me había tocado por turno, subir al Palco Presidencial de la Plaza de Medina del Campo (Valladolid) para asesorar como veterinario en una corrida en la que actuaban Pedro Gutiérrez Moya “Niño de la Capea”, Jorge Manrique y José Miguel Arroyo “Joselito” allá por los años de la década del 1980.
Cuando salió al ruedo el cuarto toro de la tarde que correspondía lidiar a “El Niño de la Capea”, en el tendido de sombra situado a la izquierda del palco presidencial, un individuo vestido con un mono de color verde manzana, puesto en pie y moviendo desesperadamente los brazos, comenzó a proferir gritos de:
-“Veterinario, hijo de puta, el guarismo del toro”
continuando así, de manera ininterrumpida, durante los dos primeros tercios de la lidia.
En un principio decidí hacer “oídos sordos” ante semejante vocerío. Pero como siguió de la misma manera durante el comienzo de la faena de muleta, logrando incluso que parte del público le secundara, la sangre me estaba llegando en cantidades superiores a las normales a mi cerebro sin duda bombeada por ese corazón que se iba acelerando a consecuencia del acumulo de adrenalina. Hablé con el Presidente, concejal del Ayuntamiento, quien me dijo:
-No le hagas caso. Es uno de los empleados de limpieza del Ayuntamiento.
El energúmeno seguía dirigiéndose a mi persona con gestos, al tiempo que profiriendo insultos contra mi madre que se encontraba en la plaza, cuatro filas por debajo de donde se encontraba el agitador.
Ya no pude aguantar más y tras pedir permiso al Presidente de la Corrida para ausentarme por un momento debido a una necesidad fisiológica imperante, tomé la escalera que por detrás de la Presidencia daba acceso a la bajada del palco y me encaminé al callejón de la Plaza donde se encontraba el Comisario de Policía para rogarle pusiera a mi disposición un par de agentes policiales con la finalidad de dar un escarmiento de una vez por todas a este inculto agitador.
Cuando finalizó la lidia del toro, los dos agentes tomaron por los brazos al empleado de la limpieza, rogándole que les acompañara hasta el desolladero porque el “hijo de puta del veterinario” quería enseñarle los dientes del toro para que viera si el guarismo correspondía con la edad real del astado.
Cuando me vio, comenzó a balbucear:
-No. Si yo no entiendo nada de edad de los toros, pero me había salido de ojo que los tres anteriores lucieran en la paletilla el 4 y éste tuviera el 5”
Naturalmente hice que bajara hasta el desolladero, tomé una de las cabezas de los toros lidiados y sobre la mandíbula le expliqué con todo tipo de detalles que los toros solo tenían dientes en la mandíbula posterior (datos que desconocían tanto el alborotador como los dos agentes de policía).
Y seguí explicándole que había en el desarrollo de los dientes, cinco periodos que iban desde el primero (erupción de los incisivos de leche) hasta el quinto (cambios de forma de la tabla dentaria y de la estrella así como la separación de los incisivos) pasando por los otros tres periodos, en los que en el caso que nos ocupaba, nos interesaba el Tercer Periodo, que comprende desde la edad de los veinte meses a los cinco años y se caracteriza por la erupción de los dientes permanentes que tiene lugar en el mismo momento en que ha tenido lugar la caída de los de leche. Es decir: caída de uno de leche y reemplazo imediato por el permanente.
De vez en cuando le preguntaba:
-¿Se va usted enterando del asunto?
A lo que me respondía:
-Sí. Pero que esto a mí no me interesa.
Yo le insistía:
-Pero… ¿cómo no le va a interesar con los insultos que me ha propinado con el dichoso guarismo? ¡Si no conoce la edad del toro no puede hablar de guarismo y menos llamarme hijo de puta!
¡Escuche y atienda que voy a seguir con la lección!:
De los veinte a los veintidós meses de edad de la res, tiene lugar la caída de las pinzas de leche, que estaban aquí (y se las señalaba con el afilador de los cuchillos de los matarifes que había tomado con mi mano derecha al tiempo que les golpeaba) y que fueron sustituidas en el acto por éstas que son las permanentes P i n z a s P E R M A N E N T E S. ¿Comprendido?
Bien.
A los veinticuatro meses de edad, ya estas están en su sitio como ve.
De los dos años y medio a los tres años hacen su aparición los primeros medianos permanentes. Que son estos que golpeo. M e d i a n o s P E R M A N E N T E S. ¿Va entendiendo?
Sigamos pues:
De los tres y medio a los cuatro años, brotan los segundos medianos permanentes, que son estos que golpeo. S e g u n d o s m e d i a n o s P E R M A N E N T E S. ¿Comprende?
Y finalmente:
De los cuatro años y medio a los cinco, brotan los extremos permanentes que son estos que ahora golpeo. E x t r e m o s P E R M A N E N T E S.
Vamos a ver:
Según lo que le he explicado. ¿Cuántos años tendría el toro propietario de esta cabeza? No fue capaz de contestar, pero si lo hizo uno de los policías nacionales presentes que dijo: CINCO AÑOS.
Mi respuesta fue:
-Sí señor y por ello tenía el guarismo 4 el mismo de sus dos compañeros lidiados en los puestos primero y segundo.
Esta cabeza que ahora nos entregan los matarifes, corresponde al toro por el que este analfabeto ha protestado y es que tiene el guarismo 5 porque este toro tiene 4 años cumplidos pero no llega a los cinco de ahí que:
- Venga usted, señor insultador.
Esta mandíbula tiene todavía los extremos de leche, que como puede ver son más pequeños y de distinta consistencia que los permanentes. ¡Estos!
¿Comprendido?
Bien, pues ahora y dado que este señor no ha pagado entrada puesto que se trata de un empleado del Ayuntamiento me van a hacer el favor de ponerlo en la calle (los agentes eran conscientes de mi amistad con el Comisario) para que no siga insultando y provocando un altercado de orden público como podía haber tenido lugar si yo hubiera respondido con sus mismas armas, insultando a su santa madre. Y que conste que no voy a denunciarle por insultos como podía hacerlo.
Y todo esto viene porque no se tiene una idea clara de lo que significa el guarismo en el toro de lidia.
Una orden de la Presidencia del Gobierno establece como año ganadero, el periodo de tiempo que media entre 30 de junio de cada año hasta el 1 de julio del siguiente en que termina la paridera, entendiendo que ésta comienza en otoño y termina en la primavera; por otro lado, el guarismo a aplicar en la paletilla será la cifra final del año en que finaliza la paridera.
En algunas ganaderías de mi tierra (Salamanca) se mantiene la tradición de echar el semental a las vacas en los primeros días del año hasta San Juan, 24 de Junio, con lo que los becerros nacen de septiembre a marzo que es lo ideal. Aunque a algunos les parezca que debido al frío invierno del Campo Charro no es aconsejable que paran hasta marzo o abril puedo asegurar que los becerros aguantan perfectamente, ya que la Naturaleza es muy sabia.
Hoy día los becerros nacen en cualquier época del año, cuando lo ideal es que nazcan todos en un periodo de tiempo de tres o cuatro meses que a poder ser coincidiera con la primavera cuando las madres tienen más alimentos naturales.Ahora está de moda que las vacas paran en julio y agosto, cuando el campo carece de hierba, pero el que los ganaderos planifiquen estas fechas es por ahorrarse piensos y contingencias.

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