torostarifa.blogspot.com

domingo, 2 de marzo de 2008

Televisión Española nace un 28 de octubre del año 1.956 en la Avenida de la Habana de Madrid. Concretamente cuando llegó a la Secretaría de la Presidencia de Gobierno López Rodó.
Naturalmente monopolizó la información televisiva por parte del Estado que era su propietario y como tal no permitió competencia alguna.
En 1967 se crean los Servicios Informativos y ellos llevan a la manipulación política.
Se trataba de una televisión pública que momentáneamente solo se veía en Madrid para ir paulatinamente abarcando su área de visión hasta llegar a todo el territorio nacional.
Hasta el mes de diciembre del año 1.980 no se aprueba el Estatuto de RTVE, que fue diseñado por los dos partidos mayoritarios de entonces, la UCD (Abril Martorell) y el PSOE (Alfonso Guerra),que como era de preveer se pusieron de acuerdo por auello de "hoy por tí, mañana por mí", si bien con cierto dominio de RTVE dirigida por Adolfo Suárez.
A partir de entonces la televisión pública siempre estuvo y está controlada por el Gobierno de turno mediante el nombramiento del director general en Consejo de Ministros.
Cuando se crean los canales autonómicos, estos copian el mismo Estatuto.
Naturalmente Canal Sur se rige por este estatuto y al igual que TVE no cumple con su principal misión que no es otra que: “agudizar el sentido crítico de sus espectadores y que tengan opinión propia sin ningún tipo de adoctrinamiento, porque eso degrada al ciudadano quitándole autonomía y libertad”.
Y acogiéndome a este principio es por lo que escribo lo que seguidamente van a tener oportunidad de leer sin que en estas líneas trate de herir a ninguno de los mencionados a quienes respeto en sus facetas pero a los que he de recriminar para que nuestra imagen de Andalucía no de devalúe en el mundo y esté a la altura que merece.
¡Va por ustedes!

LAS RETRANSMISIONES TAURINAS EN CANAL SUR.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Hemos de remontarnos al sábado 29 de julio del año 2006. Nos encontramos en Tarifa, la ciudad más meridional de Europa.
Por la mañana habíamos ido a tomar un baño a esa “piscina artificial” de uso casi exclusivo de los tarifeños, que es la “Playa Chica”, puesto que los foráneos aparte de desconocerla buscan lugares menos encasillados en extensión donde puedan campar a sus anchas. ¡Ellos se lo pierden!
La tarde la dediqué a sumar audiencia de la “caja tonta” programándome para ver el partido que “Telemadrid” retransmitía al equipo colchonero de la Capital de España del que, “a pesar de los pesares”, soy hincha seguidor desde siempre.
Y luego, a renglón seguido me pasé a “Canal Sur” para visionar ese Ciclo de Novilladas de Promoción que dicha cadena autonómica andaluza retransmite anualmente en los periodos estivales.
Medio en el que actúan como comentaristas taurinos el periodista Enrique Romero (sustituto de la pareja anterior formada por Juan Belmonte y Emilio Parejo) y el matador de toros Francisco Ruiz Miguel (sustituto del también matador José Luis Parada) con la colaboración especial desde el callejón y resto de la plaza de la ínclita y risueña Sonia Gil, que aunque siguiendo directrices de Romero cumple con gracejo y soltura su misión.
Estos personajes televisivos se pasan la tarde loando a los erales (ellos les nombran siempre novillos) sobre lo “bien hechos que están”, “lo bien que embisten” y “cómo hay que torearlos”, si bien muchos de estos animalitos tienen defectos de conformación y de implantación de cornamentas, lo que es justificable.
El locutor tiene obsesión con la edad de los que actúan. Siempre pone por delante los “años de existencia” de los subalterno de a pie y de los picadores, mientras su colaborador está obsesionado con que los neófitos becerristas toreen “por abajo” a todos los erales como si esta máxima fuera “dogma de fe” en el toreo.
Permítanme dos matizaciones a este respecto: Que sepamos no hay edad de jubilación en el “arte de Cúchares” (recuerden a Pedro Romero) y los astados requieren una determinada lidia acorde con sus características psíquicas, físicas y de temperamento, puesto que si a un eral con poca fuerza se le somete excesivamente es más que probable que termine “aculado a tablas” simplemente en defensa de su integridad física. Cosa que se paliará toreándolo a “media altura”, pues al ayudarlo, de esta manera se evita que “se raje” como se dice en términos taurinos.
No nos parece de rigor que se utilicen palabras tan poco afortunadas como que se “arrebujinen” los componentes de la Banda de Música de Berja con el público asistente por falta de sitio, ni recomendar a un torero con quien se establece comunicación telefónica en directo eso de: en banderillas “no me pegues esa vueltecita, Picha”. El “asín es” o “ojú que lío, quillo” se debe dejar para cuando se esté fuera de las cámaras en animada tertulia con sus amigos de dicción.
Y lo curioso del caso es que ¡aprende el periodista-locutor! quien se muestra encantado con la sapiencia de su compañero.
Demasiada reiterativa la palabra maestro, aplicada a todo el que se “ha puesto delante”. ¡Maestro! La palabra que horroriza a quién verdaderamente lo fue, Francisco Romero López.
El locutor conductor del programa, a raíz de haber compartido burladero con rejoneadores en las retransmisiones de este tipo de festejos, está obsesionado con reseñar las capas de todos los caballos que aparecen por la plaza poniendo en aprietos a la sonriente y gentil Sonia.
¡Enrique! Es mi opinión que debería haber bautizado con el nombre los lances que realizó en su quite con el capote el novillero Juan Carlos Cabello, puesto que fue lo mejor de lo realizado en toda la tarde en el tercio de capa. Al omitirlo por su parte, la mayoría de los televidentes, no muy avezados, se quedaron con las ganas de saber que es una “tafallera” o una “gaonera” puesto que las “verónicas”, “chicuelinas” y “revoleras” casi todos las conocen por manidas.
¡Menudo dilema hubiera tenido si le hubieran encargado de comentar los variados tercios de capa que José Miguel Arroyo “Joselito” llevó a efecto en aquella corrida goyesca que toreó en solitario en Madrid!
Para los aficionados lo importante es el torero y su oponente. Les importa muy poco Sonia y la señora a la que entrevista durante la faena del novillero sin caballos, por muy esposa que sea del director de la Escuela de Tauromaquia a la que pertenezca el becerrista.
Con el “chupe de cámara” por parte de las dos féminas, nos dejaron sin ver como “resuelve la papeleta” el torero en ciernes.
Un consejito de aficionado antiguo y mayor para la guapa Sonia: ¡Debe quedarse quietecita mientras toro y torero estén en la arena! Fíjese lo que ocurre en Madrid, donde no se mueve “ni una mosca” durante las faenas. Pues con ese deambular, incluso hasta Presidencia, durante la faena del torero, está quitando importancia a lo que se ha dado en denominar como “la profesión más difícil del mundo”. ¡Y son ustedes precisamente quienes deberían dar ejemplo de bien hacer! Puesto que hay mucho “malaje suelto” por esos campos que luego lo sacan en sus matizaciones antitaurinas.
No se me moleste gentil señorita, pero tenga en cuenta que al profesor de la Escuela de Tauromaquia se le entrevista en otro momento, nunca cuando está el becerrista delante del eral, haciendo las cosas perfectamente, toreando a media altura que es lo que requería en ese momento el burel y así lo ha visto ese becerrista a pesar de sus 16 años que, por otro lado, es la edad a la que las primerísimas figuras del toreo son ya matadores de toros. El chaval lo vio perfectamente aún contradiciendo al maestro Francisco Ruiz Miguel.
Señor matador de toros: las estocadas caídas (descaradamente caídas) no son “desprendidillas” a pesar de que por su efectividad acaben de inmediato con la vida del burel y propicien los máximos trofeos.
Finalmente pudimos darnos cuenta de lo subjetivo que es el toreo cuando uno de los becerristas pinchó en lo alto del eral y falló. Pues en ese momento, el torero comentarista lo achacó a que se “había pasado de faena”, mientras que para el Director de la Escuela a la que representa el becerrista el fallo había sido motivado porque “el eral no había cuadrado debido a que se había rajado”. Tras dos intentos el torero agarra una estocada en todo lo alto que tira al eral sin puntilla. Momento en que los comentaristas piden las dos orejas para el becerrista.
La verdad es al final nos divertimos, vimos incluso buenas maneras taurinas por parte de los neófitos y…aprendimos de los encargados de comentar la becerrada muchas cosas que no se deben hacer y que lo denunciamos para el bien de la Fiesta y para que no se metan con los andaluces desde la Comunidad Europea e Hispano América hasta donde llega nuestra televisión autonómica.

No hay comentarios: