Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Ante la presidencia del Comisario Sr. Quintanilla, en día caluroso y con tres cuartos de entrada, los diestros; Ángel Teruel, Julio Robles y Ortega Cano van a lidiar cinco toros de César Moreno de Navarra y uno de Eusebia Galache de Salamanca.
La faena de muleta no existió al comprobar Teruel las pocas posibilidades de triunfo que le daba su oponente. Pases de aliño y entra a matar pasaportando al toro de pinchazo y media estocada. El público silencia la labor del madrileño.
En su segundo. Un toro negro de 495 kilos, la lidia en los primeros compases transcurre en medio de un desbarajuste total.
La faena de muleta la inicia doblándose artísticamente por ambos pitones. El toro ahorma la embestida y Teruel lo torea magníficamente aunque sin entregarse y arrimarse debidamente, motivo por lo que lo realizado no llega con entusiasmo a los tendidos.
En la suerte suprema logra un pinchazo desprendido que fulmina al toro por lo que algunos espectadores solicitan la oreja que el presidente concede. En la vuelta al ruedo hay pitos de disconformidad en los que mayoritariamente no consideraron suficientes méritos para el trofeo.
Julio Robles en su primero. Un toro colorado de 590 kilos que lucía el hierro de Eusebia Galache. Carecía de bravura y de ahí que no embistiera si bien tampoco el diestro salmantino puso empeño en conseguirlo.
Con los aceros, un verdadero desastre. Media estocada que el toro escupe. Pinchazo. Pinchazo hondo y descabello. Y a pesar de esto las ovaciones del público le sacan al tercio a saludar.
En su segundo un negro de 506 kilos, Julio Robles lo torea magníficamente a la verónica. Lleva elegantemente el toro al caballo y realiza un quite por chicuelinas ajustadas que reciben una gran ovación.
La faena de muleta la comienza improvisando ante la arranca del toro, cuando estaba brindando con la muleta plegada y sin tiempo a desplegarla le administró una trinchera que fue un verdadero cartel de toros. Siguió con unos ayudados por bajo andándole muy toreramente. La faena continúa con excelentes series de redondos y de naturales.
Con la plaza entregada, en la suerte suprema, hubo de descabellar después de una estocada delantera. Los tendidos se vistieron de blanco y presidencia concedió las dos orejas.
José Ortega Cano está luchando por no tener que conformarse con torear las migajas que otros dejan, por eso demostró voluntad de triunfo, valor y ganas en su primero un colorado de 482 kilos. Le cortó la oreja que fue la primera que se cortó en esa tarde.
En su segundo un toro negro con 557 kilos, estuvo extraordinario y de no haber ido por delante Julio Robles y haber cortado esas dos orejas, no hubiera habido comparaciones y con seguridad de no haber fallado con los aceros podía haber salido por la puerta grande, pues logró faena ante un toro que carecía de clase a pesar de que dejó hacer.
Al final un cómputo de cuatro orejas que no siempre se cortan en una corrida de toros.
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