Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ.-Veterinario y escritor.
"Burganero" fue el 6º de una corrida, engordada ex profeso para Madrid del Puerto de San Lorenzo, quién, a pesar de su mansedumbre descarada, propició el triunfo de Alejandro Talavante en el día de su Confirmación de Alternativa, más a causa de esa operación de marketing a la que todos los medios colaboran, que debido a lo que de mérito hizo ante una afición madrileña que cada día nos tiene más desorientados a quienes por el momento nos tildamos de reconocer lo que debe ser una faena de dos orejas en la considerada como la primera plaza de toros del mundo.
¿No hemos quedado, hasta convertirlo en axioma, que lo verdaderamente difícil es triunfar con un toro bravo?
¿No hemos quedado, hasta convertirlo en axioma, que lo verdaderamente difícil es triunfar con un toro bravo?
¡Pues ahí lo tienen! Hubo de ser con un toro manso, de los que no quieren saber nada de quien llega a invadir los terrenos de sus dominios que es el factor estimulante por excelencia del toro de lidia, quien reculando descaradamente hacia las tablas (en vez de huir hacia delante como preconizaron el jesuita Laburu, y los profesores Sanz Egaña y Aparicio para definir la acometividad) alguna que otra vez trató de apartar de su vista, más que de su territorio, a quién a fuerza de pases a medias (faltó el importante tiempo del remate) le hizo hacer pasar a “regañadientes” cerca de su anatomía torera.
Son estos toros mansos, desmotivados de su esencia principal para estar en una plaza de toros, carentes de malas ideas (el del Puerto era un alma de la caridad que no propinó un solo derrote durante toda la faena y que no buscó en ningún momento las zapatillas del coletudo) los fáciles para hurtar la verdad a esa masa lerda (taurinamente hablando) que en los días de expectación ocupa hasta el lleno absoluto las localidades (no en esta ocasión que rozó los 3/4 del aforo) de ese teatro de vanidades y ecos de sociedad en que se convierte la Plaza de Toros de Las Ventas.
Son estos toros mansos, desmotivados de su esencia principal para estar en una plaza de toros, carentes de malas ideas (el del Puerto era un alma de la caridad que no propinó un solo derrote durante toda la faena y que no buscó en ningún momento las zapatillas del coletudo) los fáciles para hurtar la verdad a esa masa lerda (taurinamente hablando) que en los días de expectación ocupa hasta el lleno absoluto las localidades (no en esta ocasión que rozó los 3/4 del aforo) de ese teatro de vanidades y ecos de sociedad en que se convierte la Plaza de Toros de Las Ventas.
Claro que en el ruedo estaban dos toreros jóvenes de calidad contrastada ( "El Juli" y José Mari Manzanares) y el "fenómenos de masas actual", Alejandro Talavante.
La faena acabó donde el mansito salmantino procedente de la tierra de la alquimia brava impuso la ley que su falta de bravura marcó, los terrenos del 6 para finalmente ir a morir a chiqueros que es de donde no debería haber salido.
Algún comentarista de los considerados de “campanillas”, por aquello del nombre del medio en que escriben, tilda la faena de “arriesgada y meritoria”, pero a quienes la televisión nos ofreció la perfección de imágenes con sus distancias, iniciación, recorrido y remate de los muletazos. Los que con posterioridad pudimos colegir a cámara lenta gracias al milagro de las grabaciones en el DDV, vimos con ventaja por nuestra parte, que la faena no fue para tanto.
Las “manoletinas” del epílogo de faena no dejan de ser un pase considerado como un despropósito. Inventado por Pablo Celis (apodo de "El Bombero Torero") tramoyista de un teatro madrileño quien consideró al pase como carente de riesgo una vez arrancado el toro y al que desacreditó Montalvo, jugador del Real Madrid cuando actuó, en este mismo coso de ayer, con motivo del homenaje que mutuamente se dieron El Real Madrid y Vicente Pastor al celebrar sus bodas de oro. En ese acto el defensa merengue, sin haberse puesto nunca delante de un becerro y asesorado sobre la marcha por Domingo Ortega propinó y esculpió seis manoletinas que nos las mejoraría ni el mismísimo "Manolete" en la mayor vejación que pudo darse a éste pase proscrito en tiempos por los aficionados.
Algún comentarista de los considerados de “campanillas”, por aquello del nombre del medio en que escriben, tilda la faena de “arriesgada y meritoria”, pero a quienes la televisión nos ofreció la perfección de imágenes con sus distancias, iniciación, recorrido y remate de los muletazos. Los que con posterioridad pudimos colegir a cámara lenta gracias al milagro de las grabaciones en el DDV, vimos con ventaja por nuestra parte, que la faena no fue para tanto.
Las “manoletinas” del epílogo de faena no dejan de ser un pase considerado como un despropósito. Inventado por Pablo Celis (apodo de "El Bombero Torero") tramoyista de un teatro madrileño quien consideró al pase como carente de riesgo una vez arrancado el toro y al que desacreditó Montalvo, jugador del Real Madrid cuando actuó, en este mismo coso de ayer, con motivo del homenaje que mutuamente se dieron El Real Madrid y Vicente Pastor al celebrar sus bodas de oro. En ese acto el defensa merengue, sin haberse puesto nunca delante de un becerro y asesorado sobre la marcha por Domingo Ortega propinó y esculpió seis manoletinas que nos las mejoraría ni el mismísimo "Manolete" en la mayor vejación que pudo darse a éste pase proscrito en tiempos por los aficionados.
El “riesgo” del diestro confirmante solamente existió (más por impericia y defecto de ejecución) en el embroque al no dar salida al astado y que propició afortunadamente sólo el desgarro de la taleguilla y la más que trasera estocada capaz de propiciar una muerte rápida por enorme hemorragia interna al seccionar el gran vaso que es: la aorta abdominal del manso.
El público (que no la afición) no cuestionó al Presidente como cuando Pángua concedió el rabo a Palomo Linares, por conceder las dos orejas que suponen un más que empujón de todo tipo para el confirmante extremeño.
¿Cómo estará la moral de los dos toreros componentes de terna cuando analizaran lo ocurrido este Domingo de Resurrección en las Ventas en un faena a base de redondos (donde el estoque simulado presta la ventajosa ayuda de alargar la pañosa en más de cien centímetros), al ver que mientras uno sube a los cielos los otros (verdaderos figurones del toreo) son cuestionados en sus actuaciones?
Una faena basada en dos tandas de "redondos" y "bernardinas" realizadas a la espera de un toro manso con movilidad, que fue rematada con una estocada defectuosa y por ende de efecto casi fulminante, pero que el Presidente valoró en exceso para la concesión de su oreja postestativa, y que luego la prensa, salvo honrosas y escasísimas excepciones, cacarearon hasta el hastío y llevaron una opinión falsa a los escasos aficionados que no vieron la corrida por televisión de sus acadenas autonómicas.
¡¡Madrid, no es mi Madrid en casi nada y en la cuestión taurina no iba a ser una excepción!
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