torostarifa.blogspot.com

martes, 3 de agosto de 2010

CON SU PERMISO... SEÑOR PRESIDENTE.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Cuando este escritor y torero aficionado se dispone a lidiar su artículo diario para colgarlo en su blog, se encuentra que en su correo hay un artículo que le ha enviado su amigo José Luis, el decano de los Presidentes de plazas de toros de España y como no tiene desperdicio me he dicho: “Con su permiso señor presidente, ¿me permite que su artículo entre en mi blog para deleite de mis seguidores?” Y con la venia concedida, me van a permitir que me tome la licencia de colgar por primera vez en mi blog un artículo que no es mío.
Con José Luis he compartido, tertulias, reconocimientos de toros, opiniones y AMISTAD que es lo más importante de todo.
¡Va por ustedes!

EL FUTURO DE LA FIESTA

Allá por la década de los 50 nuestra Fiesta Nacional atravesaba un momento difícil; el público acudía cada vez en menor número a las plazas de toros y ello, indudablemente, tenía que obedecer a alguna razón. De hecho el maestro D. Antonio Bienvenida, enarbolando la bandera de la integridad, denunció públicamente el fraude que para el espectador y el propio espectáculo suponía el “afeitado”. Sin embargo, la llegada de quien más tarde sería ídolo de masas, el V Califa Manuel Benítez “El Cordobés”, fue el revulsivo que la Fiesta necesitaba, y con su irrupción en el toreo los espectadores volvieron a llenar los tendidos.
Después de una etapa, más o menos dilatada, en la que la gente había vuelto a las plazas, parece que ahora empieza a ausentarse de nuevo, y ello, indudablemente, es preocupante, y nos conduce a plantearnos una pregunta: ¿qué está pasando para que esto suceda?
Entiendo que el hecho de que el público esté dejando de asistir a los espectáculos taurinos, grandes ferias al margen, obedece a un cúmulo de circunstancias y no hay un motivo aislado que haya llevado a esta situación.
Hay que ser conscientes que al margen de esas grandes ferias y en alguna plaza muy concreta, en el resto de los espectáculos que se celebran, la afluencia de público es más bien escasa, incluidas las plazas más importantes, o ¿acaso Las Ventas o la Real Maestranza de Sevilla no sufren también ese retroceso de público en los meses estivales?
Bien, de una parte tenemos un hecho cierto, un gran número de las plazas de toros existentes no reúnen las condiciones de confortabilidad que serían idóneas, pues son incómodas y, aunque éste pudiera ser uno de los factores influyentes, no es menos cierto que, los organizadores de los espectáculos taurinos han demostrado una escasa o nula iniciativa para motivar y atraer a la juventud, que por cierto hoy tienen un amplio abanico de ocio, son muchas las posibilidades que los jóvenes tienen al día de hoy para divertirse (no vamos a analizar lo que actualmente hacen los jóvenes o entienden por divertirse) y, en otro sentido, retener al gran público que, en definitiva, es el que sostiene económicamente el espectáculo.
Tampoco ante las campañas organizadas por quienes se autodenominan antitaurinos no se ha sabido responder. Es cierto que estos personajes se dejan oír, pero son pocos y, posiblemente, mal avenidos, por lo que podemos hacer nuestras las palabras de D. Quijote a Sancho “ladran, luego cabalgamos”. Deben preocupar, pero no más de lo necesario. Lo importante sería la unión de taurinos y taurófilos.
Diferente es la actitud de los políticos que están en contra de los toros, del espectáculo taurino, de la, afortunadamente, bien llamada Fiesta Nacional, ante los que sería conveniente utilizar todos los cauces legales existentes, el cumplimiento de la normativa vigente (Ley Orgánica 9/1992, de 23 de diciembre; Real Decreto 1771/1985, de 1 de agosto, etc.), para, desde esos mismos cauces, conseguir impedir o, al menos, paralizar lo que pudiera entenderse como una extralimitación de las facultades que constitucionalmente les corresponda.
De otra parte, y esto sí que parece importante, hemos de tener en cuenta el momento actual de la piedra angular de la Fiesta, EL TORO DE LIDIA. Voces hay, bastantes en algunas ocasiones, que dicen que la fiesta atraviesa un buen momento, que goza de buena salud, que en la ganadería de bravo se aprecia una recuperación, y a mí me gustaría saber donde está esa hipotética buena salud, esa recuperación. ¿En que ahora se caen menos los toros?, puede ser, pero, aunque así fuera, y ello es importante, no lo es menos que esa condición innata del ganado de lidia que es LA CASTA, por desgracia, una tarde sí y otra también, vemos cómo brilla por su ausencia. Numerosas son las reses que tarde tras tarde, tras hacer acto de presencia en los ruedos de las plazas de toros, evidencian un preocupante, alarmante más bien dicho, descastamiento.
Cuando el toro está encastado puede blandear, pero es difícil que protagonice esas patéticas imágenes que nunca quisiéramos presenciar, como es ver rodar por el suelo a ese majestuoso y bello animal que es el toro de lidia, derrumbarse “in misericorde”, en una palabra.
Claro que, a lo mejor, en este sentido, mucho tendrían que decir al respecto los empresarios ganaderos, en cuanto a la selección del animal se refiere. ¿De verdad se es lo exigente que se debiera en la tienta y la selección de vacas y sementales? ¿Se realiza el tentadero teniendo en cuenta lo que será el toro en su conjunto, sobre todo en el comportamiento en el caballo, o sólo se piensa en los pases de muleta? A la vista de lo que está aconteciendo, al menos, lo pongo en cuarentena, por no decir claramente que lo dudo. Siempre he considerado éste como un espectáculo de riesgo, no tragedia, y emoción, y ahora, por la falta de casta aludida, en multitud de ocasiones se convierte en un aburrimiento y, además, caro.
Mire usted, amable lector, al 31 de diciembre del pasado año de 2009 existían en España un total de 1.377 ganaderías de lidia (363 en la Unión de Criadores de Toros de Lidia; 444 en la Asociación de Ganaderías de Lidia; 281 en la Agrupación Española de Ganaderos de Reses Bravas; 218 en Ganaderos de Lidia Unidos y 59 en la Asociación de Ganaderos de Reses de Lidia, además de 12 ganaderías no inscritas en ninguna asociación). Con estos datos, no es de extrañar que al finalizar la temporada pasada quedaran, según rumores del vulgo, más de 1.200 toros en el campo, cerca de 2.000 según otros; los espectáculos mayores (corridas de toros y novillos con picadores; festejos mixtos; rejoneo y festivales), han descendido en 2.009 en 370 festejos respecto de la temporada anterior, lo que supone un 16,68% menos, y los denominados menores (corrida mixta con rejones; novilladas sin picadores; becerradas y parte seria del toreo cómico), han bajado 241 festejos, lo que supone un 22,38% menos que la temporada 2.008; mas este descenso no es nuevo, ya en el año 2.008 el descenso fue del 15,41%. Es difícil concebir una ganadería de bravo tan larga como la existente, y una quimera que un tanto por ciento elevado de ella obtenga excelentes o buenos resultados.
De verdad, se puede decir que nuestra querida Fiesta Nacional atraviesa un momento dulce, cuando de ese inmenso número de ganaderías, ¿cuántas se podrían considerar verdaderamente de interés, de garantías, en la actualidad?, ¿diez?, ¿quince?, ¿veinte?; posiblemente esté excediéndome. Dejando al margen las de Victoriano del Río, Núñez del Cuvillo, Puerto de S. Lorenzo, El Pilar, El Ventorrillo, y Alcurrucén y, acaso Garcigrande, Fuente Ymbro y Jandilla, que suelen realizar buenas temporadas por lo regular y, siendo generoso, Cuadri, Los Bayones, Dolores Aguirre, y Ana Romero, si no son flor de un día, ¿cuántas otras en la actualidad atraviesan por un buen momento? Hasta la ganadería que ha sido baluarte del campo bravo, la de Victorino Martín, parece no estar en el momento óptimo, al nivel que por los muchos méritos acumulados le correspondería.
¿Qué ha pasado con aquellas ganaderías señeras como las del Conde de la Corte, verdadero vivero de la ganadería española; Atanasio Fernández, ¡Cuánto se podría hablar de don Ata!; Carlos Núñez; Manolo González, Francisco Galache; Sepúlveda, Dionisio Rodríguez; Joaquín Buendía; Felipe Bartolomé (¡ay!, qué pensará el maestro Paco Camino, y qué pensaría el añorado Julio Robles de este encaste Santa Coloma), Pablo Romero, y cuantas otras desaparecidas. En fin, sin comentarios.
De los toreros podríamos decir otro tanto. De los 693 matadores de toros (612 comunitarios europeos y 81 extracomunitarios), 721 novilleros con picadores (652 y 69), 349 rejoneadores (342 y 7), y 1.861 novilleros sin picadores (1.815 y 46), obrantes en el Registro de Profesionales al mismo día 31 de diciembre de 2.009, ¿cuántos son los que verdaderamente suscitan interés entre los aficionados o mueven a las masas? No es necesario dar nombres, porque están en boca de todos.
No sería justo olvidar la parte que les corresponde a los espectadores, quienes en múltiples ocasiones parece que se dejan llevar más por los ecos de las revistas del corazón que por lo que es el torero como tal y su comportamiento en la plaza.
Ya, por último, reseñar un factor externo de gran importancia, como es la escasa o nula atención y la falta de apoyo por parte de los llamados medios de información, en especial los medios televisivos, que únicamente se hacen eco de la noticia cuando ocurre alguna desgracia, pero no dedican un mínimo de tiempo diario a los toros ni, menos aún, los éxitos relacionados con el espectáculo taurino.
En fin, quiera Dios que esto cambie y sea a mejor; que se imponga el sentido común y la Fiesta discurra por los cauces que nunca debió perder, y nunca tengamos que lamentarnos diciendo aquello de que “entre todos la mataron y ella sola se murió”, pues negros nubarrones se ciernen sobre el horizonte taurino.

José Luis García García
Presidente de la Plaza de Toros de Segovia
Decano de los Presidentes.

No hay comentarios: