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viernes, 7 de mayo de 2010

EL ÚLTIMO TENTADERO, DE MOMENTO, EN LA DOCTORA.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Con unos minutos de retraso sobre las cinco en punto de la tarde, porque el hijo del ganadero sugirió al padre que iba a regar un poco el ruedo para que el viento reinante no levantara polvo, comenzó el último tentadero por aquello que uno de los elementos fundamentales de la Fiesta de los Toros necesitaba un descanso obligatoriamente. Era la yegua de picar un magnífico ejemplar de raza cruzada en traccionador que estaba a punto de parir, y el ganadero no quiere tener el alumbramiento en pleno ruedo, lo cual no deja de ser una anécdota graciosa por poco frecuente.
Hoy los que hemos tenido la suerte de asistir a este último tentadero, nos hemos divertido.
Divertido no sólo porque las cuatro becerras tentadas hoy han sido extraordinariamente bravas y al mismo tiempo toreables. Bravas en la suerte base de la selección como es la suerte de varas, donde han acudido hasta siete veces al caballo de picar (en este caso a la yegua) arrancándose desde muy largo tanto en la contraquerencia como en la media querencia, y esto tan difícil de ver nos encanta a los aficionados. Y luego han sido toreables hasta para los alumnos de las escuelas taurinas campogiblartareñas, porque se les han hecho perfectamente las cosas desde el primer momento, y posteriormente el maestro Padilla no las ha exprimido, sino que las ha dejado en las mejores condiciones para que los aspirantes a torero pudieran aprender sin los sobresaltos ha que han estado sometidos en otras ocasiones.
Nos contó el simpático Juan José que no le gusta torear a una vaca más de ocho minutos y la verdad es que lo llevó casi a “rajatabla” en las cuatro vacas que tentó.
Comenzó toreando (a lo "Rodríguez de la Fuente"), llevando la parte de arriba de su cuerpo, cubierto con un chubasquero de color beige claro, porque soplaba un vientecillo del noroeste fresquito que también acusábamos quienes ocupábamos el tendido con el que cuenta la plaza de tientas. Pero su “chaquetilla” se la quitó al poco tiempo, ¡Cuando entró en calor! Pues las vacas eran bravas y había que someterlas a base de piernas y buen manejo de manos.
¿Qué hizo Juan José Padilla? ¡Pues tentar las vacas para el ganadero!
¿Qué quiere decir esto? Sencillamente que se limita a dar los capotazos precisos y preciosos para fijar a la vaca y luego ponerla en el sitio que el ganadero le marca con la finalidad de que acuda al caballo desde la distancia prefijada, que le servirá, en este caso a Curro Mateo, para deducir el grado de bravura de sus futuras madres.
Curro es quien marca las veces que la vaca ha de ser colocada en el sitio prefijado para que acuda al caballo de picar, y luego cambia de ubicación al caballo para que la vaca se arranque en la media querencia dejándola prácticamente al extremo opuesto de donde se coloca el caballo de picar.
Ni que decir tiene que las vacas se arrancaban con alegría y prontitud desde todos los terrenos prefijados. ¡Una delicia!
Seguidamente Curro le dice:
-¡Juan José, torea a tu aire! Momento en que comienza el festival del ciclón de Jerez.
Farol de rodillas en el tercio de la placita de tientas. Verónicas rematadas con la media. Tafalleras, delantales, navarras y un largo etc donde únicamente faltaron, en el amplio repertorio del jerezano, las gaoneras. Todos los lances realizados a la perfección porque Padilla maneja y domina el difícil arte del capote.
Cuando ya Curro Mateo ha visto perfectamente a la erala para poder calificarla en este apartado, ordena al que tienta, en este caso Padilla, que tome la muleta y la toree para poder sacar conclusiones de la lidia en base a su toreabilidad. Y en esta ocasión hemos tenido como tentador a uno de los mejores en este arte y sin duda al mejor del escalafón taurino en el tentadero de machos junto a uno de sus hermanos (Jaime).
El ganadero ordena:
-¡Juan José, toma la muleta!
Y a aquí ¡Padilla se sale!
Me van a permitir que trasfiera al papel las notas que tomé de la primera becerra.
Sale la primera vaca de la tarde. Una burraca que luce el número 58 y el guarismo 8.
Desdeña, como es natural, el primer y segundo capotazo de saludo de Padilla. Se dirige a la yegua de picar, el picador la toca y está casi a punto de quedarse en la suerte.
Padilla se dobla con el capote fijando finalmente a la becerra al cuarto capotazo. Le anda por la cara para seguidamente, tras dos lances toreros, llevarla al centro del ruedo donde la deja para que el piquero la llame.
Acude con prestancia al caballo. Recibe un picotazo. Padilla la saca de la suerte de varas en la que se ha empleado en demasía y la becerra se cae. Normal.
Curro le dice a Padilla que la deje en el mismo sitio de antes. La becerra con mucha fijeza y escuchando con atención las voces del piquero, que es el mayoral de la ganadería, acude con prontitud y alegría para, seguidamente, apretar con la cara baja.
Padilla la saca nuevamente y ahora la coloca al final del extremo opuesto al de ubicación del picador. La becerra acude a la segunda llamada y nuevamente se encela con el peto.
Padilla la saca nuevamente para dejarla larga pero justo a la puerta de chiqueros y desde allí acude nuevamente la vaca de inmediato.
Se cambia al caballo de ubicación, y ahora se trata de probar a la vaca en la media querencia con lo que el caballo queda a 90º a la derecha de salida de chiqueros y Padilla deja a la vaca a unos tres metros delante de chiqueros. Desde allí acude nada más ser llamada por el picador.
Se repite la acción dejándola ahora más larga, acudiendo nuevamente la burraquita al caballo.
Cuando Curro le dice al torero que tome la muleta, Padilla se despoja del chubasquero y tras remangarse las mangas de un polo verde oscuro se va en busca de la vaca.
Un contrario sobre el pitón derecho. En el siguiente muletazo la vaca se cuela por el pitón izquierdo.
Da mucha distancia a la vaca. Muleta en la mano derecha. Adelantando mucho la muleta, la cita. La becerra se arranca y repite y repite de manera excesivamente pegajosa consecuencia del exceso de temperamento que la hace incluso berrear cuando ve que no puede coger la muleta.
Padilla la vuelve a dar distancia, a pesar de que debido a la excelente preparación de este torero no le ha sacado el aire, y monta la muleta sobre la mano derecha. Excelentes redondos a pesar de que el aire ahora molesta y descubre al diestro jerezano.
La faena la ha instrumentalizado Padilla a base de perder dos pasos tras cada muletazo debido a la gran afectividad de la becerra. Dos series de tres redondos que ha rematado, tras cambio de muleta por la espalda, con sendos pases de pecho de los denominados de pitón a rabo.
Una serie de pases contrarios le sirven al maestro torero para ver la calidad de aquel pitón por el que se le coló de entrada. Tras comprobarlo se lleva la muleta a la mano zurda.

Muleta en la mano izquierda. Comienza dando muletazos de uno en uno donde en el remate trata de mandarla muy larga con la finalidad de quitar el defecto de la pronta reposición con que la vaca cuenta. ¡Por descontado que Padilla lo consigue al quinto muletazo!.
Nueva distancia. Muleta en la zurda. Dos naturales ligados muy buenos. Otros tres más, tomándola desde muy adelante para llevarla perfectamente toreada. Cuando la vaca se va quedando más corta, Padilla comienza citarla con la muleta más retrasada y a consecuencia de ello la becerra repone y le toca en el muslo.
Continúa toreando al natural con mucha elegancia y torería a una becerra brava, repetidora, temperamental y con fuerza, por lo que la alarga mucho el pase y tras el remate la retira la muleta para quitarla el defecto de reposición. Tras conseguirlo, Padilla se estira en unos naturales perfectos que hacen las delicias de los muchos aficionados que están presenciando el tentadero y ante los ojos atónitos y llenos de envidia de los alumnos de las escuelas taurinas del Campo de Gibraltar que ven lo bien y fácil que lo hace “Padilla maravilla!
Una vaca lista, consecuencia de su temperamento, que sabe lo que se deja detrás a pesar de que Padilla no se ha dejado tocar la muleta en ningún momento. ¡Ha templado de maravilla! y esa ha sido la medicina para poder a la erala.
Un pase invertido completo, que empalma con un redondo y un pase de pecho sobre la mano derecha.
Padilla deja que las siguientes embestidas vayan para los aspirantes a torero.
¡Juan José Padilla ha estado sensacional como torero y como tentador!
Y sale Jesús Nieto. Inicia bien el muletazo pero su inexperiencia no le permite corregir el que la becerra repone con rapidez. No obstante lo cual logra dos redondos buenos y ha rematado con el pase de pecho, todo precipitadamente porque la becerra se lo come.
Sale el segundo alumno. José Manuel "Paquera". Que logra unos naturales buenos porque entre cada pase la ha perdido dos pasos.

Y así ha seguido el tentadero con la lidia magistral de Padilla que incluso en una vaca ha sacado a su hijo Martín y con él en brazos ha dado una serie de muletazos en los que el niño tomaba la muleta al alimón con el padre y que finalmente recibieron una clamorosa ovación por parte del público asistente. Seguidamente, Padilla improvisa una serie de muletazos en cadena.


Magníficas vacas. Magnífico Padilla. Magníficos los alumnos que actuaron todos, demostrando sus progresos. Desde los mencionados anteriormente en la primera vaca a los siguientes: Jesús Duarte, José Miguel, Juan Antonio “Paquera”, Miguel Ángel, quien actuará en Algeciras en la feria con picadores que nos dijo que no duerme preocupado por estar bien ante sus paisanos, Ignacio Castañeda “El Nacho” y todos los demás cuyos nombres no recuerdo. Excelente tertulia al final de la tienta en el colmado que la finca posee donde los ganaderos, Curro y esposa, Miguel Mateo, Luis el veedor y esposa, la esposa de Padilla y el hijo Martín un espabilado y simpático crío de tres años que habló con nosotros y nos enseño su capote con el reverso lila y nos dijo que no es el color que lleva el capote de su padre (que es amarillo) pero que con este se torea más fácil y que hizo las delicias de quienes escucharon la entrevista que le hice. Confundió la verónica con liarse el capote para hacer el paseíllo pero en cambio si sabía lo que era una revolera que la realizaba con su capotillo con demasiado brío y temperamento.



En una palabra momentos inolvidables entre gente encantadora.


Verdaderamente, estos altruistas ganaderos merecen que la Feria de Algeciras les proporcione un gran éxito artístico y económico.

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