Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Unas fotografías que me han enseñado y que naturalmente reproduzco me han inspirado en la escritura de este artículo que no quiero derive del contenido estrictamente taurino de mi blog.
Unas fotografías que me han enseñado y que naturalmente reproduzco me han inspirado en la escritura de este artículo que no quiero derive del contenido estrictamente taurino de mi blog.
¡Va por Tarifa!
Hace ahora la friolera de 33 años y dos meses, concretamente un 9 de octubre del año 1975, y a eso de las 9,00 horas, tuvo lugar el primer intento de “dar al traste” con la que siempre fue Taquilla Oficial de Venta de Entradas para Toros en nuestra muy heroica y leal ciudad de Tarifa.
Y no fue por imperativo de evolución empresarial como ha ocurrido con taquillas tan emblemáticas como las de la calle Victoria de Madrid o la de la calle Toros en la ciudad cacereña de Plasencia donde desde siempre se han vendido entradas para los festejos taurinos de las plazas de toros de las respectivas ciudades. Evolución que, en su afán de captar clientes y reducir intermediarios, ha llevado a que en la actualidad las entradas viajen directamente a casa del espectador o aficionado tras contacto con una página web.
Y no fue por imperativo de evolución empresarial como ha ocurrido con taquillas tan emblemáticas como las de la calle Victoria de Madrid o la de la calle Toros en la ciudad cacereña de Plasencia donde desde siempre se han vendido entradas para los festejos taurinos de las plazas de toros de las respectivas ciudades. Evolución que, en su afán de captar clientes y reducir intermediarios, ha llevado a que en la actualidad las entradas viajen directamente a casa del espectador o aficionado tras contacto con una página web.
Aquél día fue otro motivo, luctuoso por cierto para toda la ciudad tarifeña, la causa del intento fortuito de acabar con la taquilla. Una cabeza tractora con plataforma en cuyo lateral rezaba REYES Nº1, perdió los frenos en el alto de la Hostería de la carretera nacional 340 a su paso por la ciudad y encontró como única forma de parar, el empotrarse contra la fachada del Bar Rodríguez y el Establecimiento de montajes eléctricos, Cárdenas, tras tomar a toda velocidad la curva de enfrente de la emblemática Puerta de Jerez.
Derrumbó el balconcillo que a ras de suelo estaba situado a la derecha de la puerta de entrada al establecimiento de bebidas, donde de siempre en los días de corrida se ataban, con cintas cosidas al efecto, los extremos de una bandera con los colores nacionales a los barrotes del balcón para indicar la taquilla oficial de venta de entradas.
En los días de la feria y sobre todo en los días de celebración de los Festivales del maestro ANTONIO ORDÓÑEZ desde dentro un empleado de la empresa sentado en una mesa con pies de hierro y tablero de mármol tomaba, en el interregno de la venta de entradas, su caña de cerveza acompañada de la ensaladilla de mayonesa especialidad de la casa que el bueno de Antonio Rodríguez preparaba a base batir aceite crudo con huevo y al que él añadía la nata de la leche como secreto profesional que nos confesó a los primeros veraneantes de Tarifa.
Veraneantes que no eran otros que unos vecinos de Valladolid y La Bañeza que diariamente en nuestra compañía acudían al mediodía a tomar unas cervezas acompañadas de la mayonesa o de las tortillas de bacalao que Antonio hacía sin que ni siquiera hubieran olido este pescado de la familia de los gádidos orden de los gadiformes por aquello de su elevado precio al proceder de sitios tan alejados como los caladeros de Barents sitos en el Atlántico Norte, pero que verdaderamente, las tortillas, en misterio indescifrable, sabían a bacalao del bueno.
Compartimos muchas horas con los amables camareros Pedro y Ramón que se desvivían por atendernos en el establecimiento de su jefe Antonio Rodríguez frente al cual estaba asentada la talabartería de su hermano Francisco.
Con posterioridad el Bar Rodríguez fue rehabilitado de los destrozos padecidos. Por descontado que tanto la marquesina como el balconcillo volvieron a su ser y naturalmente la taquilla volvió a ocupar su sitio para seguir cumpliendo con su misión como parte integrante de la fiesta de los toros.
Lo irrecuperable fueron, después de aquel día trágico, las dos vidas de dos angelicales niñas, que acudían al colegio procedentes de su casa de Zafer, tras la amputación de medio cuerpo al ser aprisionadas por la cabeza tractora del camión contra el poyete que sustentaba el escaparate de Establecimientos CÁRDENAS como rezaba en el rótulo situado encima de la puerta de entrada.
Después vino la especulación del suelo y una Caja de Ahorros pagó una cifra millonaria por la esquina continuación del Bar Rodríguez con la finalidad de construir unos pisos que ella misma financiaba y comenzó el efecto: “fila de fichas de dominó puestas en pie” en la que se cae una de ellas, que llevó a que el propietario del Bar Rodríguez vendiera y allí se instaló un super-mercado que con el paso del tiempo se convertiría en una cafetería y más tarde en local utilizado por quienes tienen el dinero, una caja de Ahorros, que llevó a la desaparición definitiva de la Taquilla Oficial de Toros del Bar Rodríguez.
Actualmente sigue el alto de la Hostería lo mismo que la dichosa curva causante de la tragedia, si bien ahora el tráfico pesado discurre por la variante que se hizo por detrás del Cementerio Municipal evitando que tragedia como la narrada vuelvan a ocurrir en la milenaria ciudad de Guzmán "El Bueno".
No tiene Tarifa, Taquilla Oficial de Toros, pero tampoco es necesaria puesto que al igual que los grandes truts, las empresas que regentan la Plaza de Toros han optado porque, en este caso, colectivos de asociaciones humanitarias se encarguen de la venta anticipada de entradas para los eventos taurinos aún a costa de ser incentivados con unos pequeños dividendos, y dejar que la venta de las escasas entradas que queden se efectúe en la taquilla de la Plaza de Toros que de momento pervive.
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