EL TORNEO DEL TORO DE LA VEGA VISTO POR UN MASTER TORNEANTE.
Por
LUIS ALONSO HERNÁNDEZ.- Veterinario y aficionado taurino.
Hace
una década que entré en este sugestivo mundo del Toro Vega en
función profesional, al ser requerido para solucionar una
claudicación que padecía el “tótem lúdico” de las fiestas
septembrinas de la Villa de Tordesillas.
Trasladamos al animal a
una localidad vecina que poseía “mueco” donde fue inmovilizado,
tras sedación previa, con la finalidad de examinar minuciosamente la
herida causante de esa incipiente cojera.. Tras desbridar la herida y
evacuar la ponzoña albergada, se pronosticó la lesión como menos
grave, si bien los organizadores optaron por no arriesgar en los tres
días que faltaban para la celebración del Torneo y llevaron a este
impresionante ejemplar a ocupar la posición de sobrero en beneficio
de quien en principio ocupaba este puesto que a decir verdad era un
toro con “toda la barba”. No era posible disimular en tan corto
espacio de tiempo la sutura que había cerrado esa herida producida
por cornada infectada y no se podía defraudar a todo un pueblo que
“como un solo hombre” adora a su Toro de Vega como máximo
representante anual de sus tradiciones. Aseveración que aporta como
prueba, las diarias visitas que cada uno de los tordesillanos realiza
a ese alejado corral que con tapias altas y anchas alberga durante
unos días a su toro al que escudriñan hasta el más mínimo detalle
de su anatomía.
El martes del torneo asistí al mismo
encaramado en el remolque de un amigo que su tractor había aparcado
a primeras horas del alba en lugar estratégico con la finalidad de
poder contemplar la mayor parte de la carrera del toro desde su
suelta, allá arriba en el pueblo tras la explosión de un cohete
anunciador, hasta la entrada al campo libre fuera de las talanqueras
delimitadoras del recorrido.
Allí quedé impresionado por la fe
de este pueblo en el Torneo. Vi el enervamiento de la gente que
dejaba entrever una mezcla de miedo y entusiasmo desde horas antes de
la salida. Miedo que los jinetes transmitían a los caballos
participantes quienes soltaban babas filantes mientras manoteaban el
asfalto de la carretera que conducía a Madrid y a Salamanca. También
pude ver el valor de los torneantes prestos a hacer ese “particular
paseíllo” hacia la gloria o hacia....sabe Dios que, portando esa
lanza encargada de dar muerte en campo abierto a todo un señor toro
con la verdad de los años y de unas impresionantes astas intactas.
Y
a medida que llegaba la hora de la suelta del ejemplar, allí en el
remolque, se respiraba un ambiente de posible tragedia al ver las
imprudencias de muchas personas de toda edad y condición que
desconocen lo que representa un toro de 6 años.
Ya no pudimos
ver la lanzada ganadora, capaz de abatir al morlaco tras buscar con
VALOR y habilidad ese rincón situado detrás del codo izquierdo del
toro que es la zona de proyección del corazón. Porque al contrario
que en las corridas convencionales el choque hemorrágico en el toro
de este torneo no es consecuencia de la hipovolemia que no es otra
cosa que la disminución del volumen sanguíneo a causa de la
hemorragia. Aquí el toro ha de morir por lanzada certera en sitio
vital con “disminución brusca de la presión media de llenado” y
“reducción del retorno venoso”.
Pongamos algunas cosas en
claro:
El toro de lidia tiene la siguiente cantidad de sangre:
60 ml por kilo de peso vivo. Es decir que un toro de Vega con un
promedio de 650 kilos tendrá 39 litros de sangre.
En medicina
humana se han hecho estudios interesantes conducentes a poder decir
que a un hombre se le pueden extraer en media hora de tiempo, el 10 %
del volumen total de su sangre sin que haya repercusiones sobre la
presión arterial y gasto cardíaco. Si se extrae sangre en la
proporción del 15 % del volumen total, con falta de reflejos
simpáticos, la muerte sobreviene, mientras que si se conservan los
reflejos simpáticos para que el gasto cardíaco y, seguidamente la
tensión arterial caigan a cero, habrá que extraer un 40 % del
volumen total de sangre. En todos los casos la muerte sobreviene por
CHOQUE HEMORRAGICO.
Si transmutamos estos datos al toro de Vega
ocurriría que con un peso de 650 kilos y completamente sano, como es
obvio que está, no podría perder 15,60 litros de sangre sin que
peligrara su vida. Y para perder esta cantidad hay que herir zonas
vitales del animal y eso los torneantes lo saben. Hay que asegurar la
lanzada porque de no hacerlo es posible que no pueda volver a
intentarlo puesto que un toro con seis años aprende de cada instante
y de cada agresión. Esta lidia es distinta por completo a la
realizada en la corrida convencional donde el toro va perdiendo poco
a poco fuerza debido a las perdidas progresivas de sangre que, desde
la implantación de la divisa hasta las banderillas, pasando por la
suerte de varas, sufre y que hace que el torero pueda ponerse delante
de semejante fiera. Aquí no hay perdida progresiva de fuerzas, aquí
es acertar o intentarlo nuevamente, si es que se sale ileso del
lance, con cada vez menos probabilidades de acierto.
En el
torneo si no hay pérdida importante de sangre el toro no padecerá
confusión mental, estupor, sopor como se puede observar durante la
lidia. Ni tampoco habrá disminución de la función renal por causa
de disminución de la presión del glomérulo.
Tardará más en
agotarse al no haber perdido sangre y con ella la glucosa (que en
definitiva es la gasolina que mueve el motor bovino”). Si bien esta
glucosa deriva también aquí de la reserva glucogénica por la
acción de la hormona adrenalina que comenzó a liberar la médula de
la glándula adrenal junto con la ACTH cuando el toro comenzó a
estresarse con su encierro en cajones en el corral de reposo,
transporte, y salida, con la finalidad de sobreponerse ante esta
situación totalmente anómala para él, y sobrepasar las dos fases
iniciales de estrés físico, alarma y resistencia.
Es una
lidia difícil, muy difícil como nos relató el rejoneador luso Joao
Moura que a caballo había seguido el torneo y que se expresó en
estas palabras:
¡Me ha impresionado el valor de estos
lanceros!. Yo sería incapaz de hacerlo.
Palabras que en boca de
un hombre que tantas veces se ha enfrentado a toros desde el caballo,
son dignas de tener en cuenta.
La segunda vez que asistí a
Tordesillas a asunto relacionado con el Toro de Vega fue invitado por
la Asociación de Mujeres Demócratas de Tordesillas a un coloquio
suscitado como consecuencia de las aclaraciones que D. Santiago López
Valdivielso quería hacer al pueblo tordesillano ante la
interpretación de su ley presentada en el Congreso de los Diputados
sobre la defensa de los derechos de los animales. Y tras una tensión
fuerte en los prolegómenos luego se sacaron conclusiones
interesantes encaminadas a dar oportunidades de ganador al Toro de la
Vega.
Se señaló un tope de duración del torneo. A tal suerte
que si se llegaba al tiempo prefijado sin que el toro hubiera sido
abatido se le consideraría como ganador del torneo y se le
perdonaría la vida. ¡Sería indultado!.
Hoy son varios los
toros indultados que han aplacado esas voces disonantes con la
tradición y siempre decantadas por la defensa animal.
Y la
tercera vez que tuve que ver con el Toro de la Vega fue cuando fui
designado como profesor del curso que se dio a los torneantes para
que pudieran enfrentarse al Toro Vega con los conocimientos
necesarios para tener posibilidades de éxito y librarse de la
temible cornada.
Mi misión como veterinario especialista en
toro de lidia era informar a los torneantes del patrón de Conducta y
del patrón de Comportamiento de un toro de 6 o más años acorde con
su encaste. Dar a conocer las apreciaciones pormenorizadas de las
querencias y limitaciones, así como señalar los puntos vitales
donde sería más efectiva la lanzada, que conllevaría perdida de
sangre y, con ella, de potencia y reflejos. Aportar mi granito de
arena a un amplio curso que comprendía enseñanzas médicas para
auxilio en caso de cornada y clases teóricas y prácticas sobre la
manera de efectuar la lanzada.
Curso que a pesar de ser
cuestionado por alguien de la prensa escrita fue interesante y
fructífero puesto que mejoró los conocimientos de los torneantes en
todo aspecto de autodefensa no dejándolos solo a la intuición.
Curso que no tengo inconveniente en catalogar como de
Humanización del Torneo del Toro de la Vega.