EL VESTIDO DE TOREAR (II).
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.
Así vestían los toreros actuantes en el año 1784 en la Plaza de Toros de Madrid:
"Los vestidos de la primera cuadrilla eran de gusanillo de seda de color sapo y capas de sempiterna azul. Los de la segunda cuadrilla de gusanillo de color azul y capas encarnadas. Todos llevaban ojales de hojuela de plata brillante, charreteras y botones de lo mismo. Las casaquillas de los picadores de gusanillo de color de sapo y las chupas de prusiana color de rosa, guarnecidos de galones de plata brillantes"
Tres años más tarde, el día 2 de julio de 1787 en la misma plaza, Costillares llevaba tela de gusanillo verde celedón. El vestido iba guarnecido de galón de plata brillante, ancho, con hojuela de plata por las costuras y rapacejo de plata por los cantos.
Los medios espadas eran Francisco Garcés y José Jiménez y los vestidos que llevaban eran:
"Los dos del mismo color, guarnecidos de galón más angosto, sin fleco ni hojuela".
Los banderilleros llevaban:
"Trajes de igual tono, sin galón, pero con ojal y botón de plata"
La cuadrilla de "Pepe-Hillo" vestía tela de gusanillo tornasolado, batido, dorado y color de botella. Llevando Delgado igual guarnición que su compañero "Costillares" y correspondiendo en guarniciones y adornos los vestidos de los dos medios espadas de esta cuadrilla que fueron Francisco Herrera "El Curro" y Francisco de Paula "El Maligno", a los de la otra. Y lo mismo los dos de los banderilleros.
¿Qué era el gusanillo.
Hilos trenzados y ensortijados de oro, plata, seda etc que formaban labores o dibujos sobre tafetán de varios colores.
Los toreros de antes tenían el número de trajes según su categoría. En el caso de "Pepe-Hillo", tenía nueve trajes, que son más o menos los que tienen las figuras actuales. Suelen hacerse de cuatro a seis trajes por temporada.
Seguramente te interesará saber ¿que hacen con los trajes viejos?
O los venden a casas que se dedican a comprar para luego revenderlos a toreros modestos, o bien, los donan a museos taurinos o a camerinos de vírgenes de su devoción.
Y algunos, que tienen "apego a la calderilla", ceden el oro de sus trajes viejos al sastre para que se lo descuente del precio del traje nuevo.
El numero de trajes que actualmente tienen los peones fijos que figuran en la cuadrilla de los de arriba del escalafón, suele ser de dos a tres.
Fue Francisco Montes "Paquiro" el primer espada de España, el "Napoleón de los toreros", el que vistió el traje de luces similar al actual.
Y ahora, antes de entrar a describiros las partes que componen la indumentaria de un torero, os voy a referir una anécdota curiosa:
En cierta ocasión, los toreros también vistieron de "librea".
Fue en Francia, a consecuencia de una apuesta protagonizada por el enemigo más encarnizado que tuvo la Fiesta de los Toros en España, el conde de Aranda.
Apostó que llevaría unos toros al país vecino, del cual era Embajador, a los cuales nadie sería capaz de torear. Pero los toros andaluces que llevó, a consecuencia de su falta de aclimatación, fueron dejados en ridículo por un diestro francés llamado Laplais. Enojado el Conde, volvió a llevar toros de Tudela y de Egea de los Caballeros, que fueron acompañados por un convoy de hierba de los sotos donde pastaban. Efectivamente, dieron tal juego, que nadie pudo con ellos. Aranda soltó la frase de "ahora veréis como los matan mis lacayos",que no eran otros que toreros profesionales que se había llevado con él y a los cuales disfrazó de servidores con sus libreas.
Seguidamente, voy a enumeraros de dentro a afuera, como si de una cebolla se tratara, las distintas "capas" que lleva sobre su cuerpo un torero vestido de luces.
Lleva unos "calzoncillos" que son de tela normal, pero que tienen la particularidad de que son largos. Actualmente algunos diestros lo que llevan son unos panties.
Cubriendo a éstos, en la parte de las piernas, lleva las "medias".
Estas surgen como necesidad de cubrir la parte de pierna que la taleguilla deja al descubierto. Antiguamente, lo que llevaban eran unas polainas de cuero, pero como dificultaban la lidia, debido a su rigidez, fueron sustituidas por las medias.
Hacia el año 1.730 las medias de los varilargueros y de los toreros eran distintas. Los picadores usaban medias de seda de color perla. Los toreros de a pie, llevaban medias distintas según que fueran matadores (las cuales eran de color rosa) o peones (de color blanco). Actualmente todos llevan las medias de color rosa con la "espiguetilla" o "espiguilla" en la parte lateral externa.
Y cubriendo a las medias están las "zapatillas".
Antiguamente estaban confeccionadas a base de piel, fieltro o paño, es decir, de materiales flexibles. Llevaban una hebilla de metal sobre la parte que correspondía al empeine.
En la actualidad están confeccionadas en piel fina o tafilete y no llevan hebilla, pero sí unos cordones con la finalidad de ajustarlas al pie.
Posteriormente, y ante el peligro de que se desataran, se suprimieron los cordones, que fueron sustituidos por unas gomas, que embutidas en los laterales de las zapatillas, las ajustaban perfectamente al pie.
La suela suele ser lisa y única. Carecen de tacón, para dar más seguridad. Interiormente suelen ser anatómicas.
Las modificaciones que sufren, naturalmente están sujetas a las manías de los diestros, que van, desde quien la humedece con agua antes de empezar las faenas, hasta los que mandan les labren las suelas para no resbalar.
Y vamos a completar el vestir al torero de medio cuerpo hacia abajo, poniéndole la "taleguilla".
En otros tiempos, lo que cubría al torero de la cintura hasta las rodillas, era el llamado "calzón". Este era una especie de pantalón, con las dos perneras. El nombre de "pantalón" viene de Pantalone personaje burlesco de la comedia italiana del siglo XVI de Venecia Este nombre deriva del patrono de la ciudad, San Pantaleón, y era una prenda utilizada por la marina italiana.
Con posterioridad, el torero adoptó este pantalón, pero le ajustó tanto a su cuerpo, que incluso la Inquisición condenó que tuviera portañuela.
Hoy, la taleguilla ha sufrido modificaciones en lo que se refiere a su ajuste, para que permita ver el juego de las piernas del torero en la valoración del arte, a la sustitución de los botones laterales de las pantorrillas por los machos, al ensanche experimentado por la tira lateral (que ha ido aumentando hasta abarcar media parte externa de la pierna, convertida en una verdadera filigrana de arte). Se la ha dotado de bragueta, y la sujeción es por medio de tirantes.
Y empiezo con la parte de arriba.
Lo primero y más interno que lleva el diestro es la "camisa". De color blanco, impoluta. El primero que la usó fue "Paquiro".
También con el transcurso del tiempo ha sufrido modificaciones que afectan al cuello, el cual ha ido haciéndose cada vez más pequeño, a la vez que se almidona. A los ojales, que se hacen dobles con la finalidad de adornar con gemelos de oro y cadenillas. Y a la pechera, que es la más adornada, a base de chorreras. Estas aparecieron en el siglo XIX y están colocadas a ambos lados de la abertura de la camisa. También se las llama bullones
Y encima de la camisa lo que rodea el cuello es la "corbata", esa prenda estúpida (según denominación de Unamuno y Einstein). Ese eslabón de la cadena: gorguera-golilla-cuello de encaje-corbata.
Ese derivado de la costumbre navarra de llevar pañuelo al cuello cuando hacía calor o se hacían trabajos fuertes, ya que recogía y mantenía el sudor. O esa reminiscencia del "pañuelo rondeño".
Fue Montes quien la introdujo en el atuendo torero, en forma de pañoleta que anudada al pecho dejaba colgar sus extremos en nudo enorme anterior. Luego su tamaño fue reduciéndose hasta convertirlas en corbatines, que hacen juego -y era un rito-, en cuanto a color se refiere, con la faja.
Sus colores, todos los imaginables. Pero predominan el encarnado y el negro.
Y en la parte media de división del tronco con el abdomen está la "faja", ese sustituto moderno del antiguo correón ancho de cuero, el "cinto o mediavaca" actual, de los campos charros, que dotado de hebilla para ajuste, protegía el vientre de las cornadas.
Esa faja de tafetán que a más de dar seguridad al diestro al sentirse ajustado, le daba vistosidad a causa de sus colores gayos y jerarquía, pues siempre la faja ha dado categoría.
Fue siempre de seda natural, y con una longitud de unos cuatro metros. Se llevó hasta el año 1925.
La faja + la corbata = cabos.
Con posterioridad, el torero adoptó este pantalón, pero le ajustó tanto a su cuerpo, que incluso la Inquisición condenó que tuviera portañuela.
Hoy, la taleguilla ha sufrido modificaciones en lo que se refiere a su ajuste, para que permita ver el juego de las piernas del torero en la valoración del arte, a la sustitución de los botones laterales de las pantorrillas por los machos, al ensanche experimentado por la tira lateral (que ha ido aumentando hasta abarcar media parte externa de la pierna, convertida en una verdadera filigrana de arte). Se la ha dotado de bragueta, y la sujeción es por medio de tirantes.
Y empiezo con la parte de arriba.
Lo primero y más interno que lleva el diestro es la "camisa". De color blanco, impoluta. El primero que la usó fue "Paquiro".
También con el transcurso del tiempo ha sufrido modificaciones que afectan al cuello, el cual ha ido haciéndose cada vez más pequeño, a la vez que se almidona. A los ojales, que se hacen dobles con la finalidad de adornar con gemelos de oro y cadenillas. Y a la pechera, que es la más adornada, a base de chorreras. Estas aparecieron en el siglo XIX y están colocadas a ambos lados de la abertura de la camisa. También se las llama bullones
Y encima de la camisa lo que rodea el cuello es la "corbata", esa prenda estúpida (según denominación de Unamuno y Einstein). Ese eslabón de la cadena: gorguera-golilla-cuello de encaje-corbata.
Ese derivado de la costumbre navarra de llevar pañuelo al cuello cuando hacía calor o se hacían trabajos fuertes, ya que recogía y mantenía el sudor. O esa reminiscencia del "pañuelo rondeño".
Fue Montes quien la introdujo en el atuendo torero, en forma de pañoleta que anudada al pecho dejaba colgar sus extremos en nudo enorme anterior. Luego su tamaño fue reduciéndose hasta convertirlas en corbatines, que hacen juego -y era un rito-, en cuanto a color se refiere, con la faja.
Sus colores, todos los imaginables. Pero predominan el encarnado y el negro.
Y en la parte media de división del tronco con el abdomen está la "faja", ese sustituto moderno del antiguo correón ancho de cuero, el "cinto o mediavaca" actual, de los campos charros, que dotado de hebilla para ajuste, protegía el vientre de las cornadas.
Esa faja de tafetán que a más de dar seguridad al diestro al sentirse ajustado, le daba vistosidad a causa de sus colores gayos y jerarquía, pues siempre la faja ha dado categoría.
Fue siempre de seda natural, y con una longitud de unos cuatro metros. Se llevó hasta el año 1925.
La faja + la corbata = cabos.
Y cubriendo todo esto, el "chaleco".
Prenda que aparece en el siglo XIX para cubrir la camisa, que se ve demasiado a consecuencia de que la casaca o chaquetilla está demasiado abierta por delante.
Se trata de una prenda lujosamente adornada.
A partir de "Paquiro", el chaleco es siempre vistoso y de seda. Ceñido al cuerpo. Abotonado con caireles y alamares, con bordados de oro y plata. Alguien dijo de él: “es lujo, fantasía, riqueza, filigrana, pasamanería y guarnicionería”
Hoy, únicamente está ornamentado en la parte visible, a base de rico recamado de hilo de oro o plata, que dibuja flores o figuras fantásticas.
Y finalmente cubriendo todo, esta la "chaquetilla".
Deriva del antiguo coleto de ante usado por el pueblo, que lo tomó de los soldados de los tercios de Infantería de los siglos XVI y XVII.
Ese ante que era resistente no sólo a las agresiones de las armas blancas, sino a las astas de los toros.
Ese coleto que ajustado a los costados con botones no solía llevar mangas, pues las mangas estaban acolchadas para amortiguar las cornadas, y éstas estaban cosidas a la camisa.
En las primeras décadas del siglo XVIII, los empresarios tratan de imponer la seda en los trajes para darlos vistosidad, y esto no gusta mucho a los toreros, los cuales sin embargo, al cabo de los años, todos visten seda. Da menos calor que el ante y, además es más vistosa y llamativa.
Hacia la mitad del siglo XVIII, los diestros arrinconan el coleto de ante y lo sustituyen por la casaca.
En los primeros treinta años del siglo XIX, se transforma la casaca en la prenda actual, que al ser más corta, deja ver dos dedos de faja en un claro marchamo andaluz. Ya va desapareciendo el cuello. Se va cerrando la chaquetilla por delante, en un principio, para posteriormente abrirse con la finalidad de dejar ver parte de la camisa y parte del vistoso chaleco.
Todo en la chaquetilla es lujo, todo son bordados preciosos.
Las "mangas", están adornadas al máximo, excepto en la parte que mira al cuerpo, con motivos muy diversos que van desde las flores, a las hojas, y a las figuras geométricas combinadas con las llamadas lentejuelas, que reflejan los rayos solares (de ahí el nombre de traje de luces). Llevan alamares dispuestos en tres filas paralelas colocadas cerca de los puños, de los cuales penden varios caireles.
La "espalda" de la chaquetilla es una verdadera obra de orfebrería. Célebres las espaldas de las chaquetillas que portaba el diestro Rafael García Escudero "Albaicín", ya que se las diseñaba su padrino Zuloaga.
Una parte importante, por su lujo, de la chaquetilla son las "hombreras".
Estas están tomadas de los uniformes militares, donde eran aprovechadas para colocar divisas, emblemas etc.
En el siglo XVIII las hombreras no eran como las actuales, ya que estaban formadas por franjas que bordeaban la articulación. Eran como una especie de charreteras. Posteriormente, estas tiras se adornan con flecos colgantes, imitando la moda francesa; son los alamares. Sigue la evolución hasta convertirse en hombreras con ricos bordados a base de hilos de metales preciosos que dibujan toda clase de flores, hojas, estrellas, arabescos, sobre los cuales se elevan, como granos gigantes, una serie de semiesferas que, en numero de ocho, ocupan la superficie de la hombrera. Los bordes anterior e inferior están rematados por dos borlones; uno adelante y otro atrás llamados machos.
Pero sin lugar a dudas la parte de la chaquetilla que sufrió más transformaciones ha sido la "delantera".
Prenda que aparece en el siglo XIX para cubrir la camisa, que se ve demasiado a consecuencia de que la casaca o chaquetilla está demasiado abierta por delante.
Se trata de una prenda lujosamente adornada.
A partir de "Paquiro", el chaleco es siempre vistoso y de seda. Ceñido al cuerpo. Abotonado con caireles y alamares, con bordados de oro y plata. Alguien dijo de él: “es lujo, fantasía, riqueza, filigrana, pasamanería y guarnicionería”
Hoy, únicamente está ornamentado en la parte visible, a base de rico recamado de hilo de oro o plata, que dibuja flores o figuras fantásticas.
Y finalmente cubriendo todo, esta la "chaquetilla".
Deriva del antiguo coleto de ante usado por el pueblo, que lo tomó de los soldados de los tercios de Infantería de los siglos XVI y XVII.
Ese ante que era resistente no sólo a las agresiones de las armas blancas, sino a las astas de los toros.
Ese coleto que ajustado a los costados con botones no solía llevar mangas, pues las mangas estaban acolchadas para amortiguar las cornadas, y éstas estaban cosidas a la camisa.
En las primeras décadas del siglo XVIII, los empresarios tratan de imponer la seda en los trajes para darlos vistosidad, y esto no gusta mucho a los toreros, los cuales sin embargo, al cabo de los años, todos visten seda. Da menos calor que el ante y, además es más vistosa y llamativa.
Hacia la mitad del siglo XVIII, los diestros arrinconan el coleto de ante y lo sustituyen por la casaca.
En los primeros treinta años del siglo XIX, se transforma la casaca en la prenda actual, que al ser más corta, deja ver dos dedos de faja en un claro marchamo andaluz. Ya va desapareciendo el cuello. Se va cerrando la chaquetilla por delante, en un principio, para posteriormente abrirse con la finalidad de dejar ver parte de la camisa y parte del vistoso chaleco.
Todo en la chaquetilla es lujo, todo son bordados preciosos.
Las "mangas", están adornadas al máximo, excepto en la parte que mira al cuerpo, con motivos muy diversos que van desde las flores, a las hojas, y a las figuras geométricas combinadas con las llamadas lentejuelas, que reflejan los rayos solares (de ahí el nombre de traje de luces). Llevan alamares dispuestos en tres filas paralelas colocadas cerca de los puños, de los cuales penden varios caireles.
La "espalda" de la chaquetilla es una verdadera obra de orfebrería. Célebres las espaldas de las chaquetillas que portaba el diestro Rafael García Escudero "Albaicín", ya que se las diseñaba su padrino Zuloaga.
Una parte importante, por su lujo, de la chaquetilla son las "hombreras".
Estas están tomadas de los uniformes militares, donde eran aprovechadas para colocar divisas, emblemas etc.
En el siglo XVIII las hombreras no eran como las actuales, ya que estaban formadas por franjas que bordeaban la articulación. Eran como una especie de charreteras. Posteriormente, estas tiras se adornan con flecos colgantes, imitando la moda francesa; son los alamares. Sigue la evolución hasta convertirse en hombreras con ricos bordados a base de hilos de metales preciosos que dibujan toda clase de flores, hojas, estrellas, arabescos, sobre los cuales se elevan, como granos gigantes, una serie de semiesferas que, en numero de ocho, ocupan la superficie de la hombrera. Los bordes anterior e inferior están rematados por dos borlones; uno adelante y otro atrás llamados machos.
Pero sin lugar a dudas la parte de la chaquetilla que sufrió más transformaciones ha sido la "delantera".
Con el transcurso de los años se sustituyó el recamado por los alamares, que de muy recargados al principio, pasaron a ir clareándose hasta llegar al momento actual.
Ahora llevan cuatro filas de alamares colocados así:
Primera fila, la más alta, con un alamar.
Segunda y tercera filas con dos alamares.
Y la cuarta y última fila, que bordea el filo inferior de la chaquetilla, con alamares colocados en fila india en el mismísimo borde inferior de la chaquetilla.
De cada alamar suelen colgar de cuatro a cinco caireles.
También lleva dos bolsillos que suelen estar ocupados por pañuelos.
Hoy los materiales modernos tienden ha hacer más livianos todos estos componentes del puzzle del vestido de torear. E incluso los diestros tratan de quitar tanto barroquismo en favor de la comodidad.
Y en lo más alto, en la cabeza, está la "montera", cumpliendo con su papel jerárquico, de poder, de hacer más grande el Yo del torero, de función utilitaria de protección de la testa contra los golpes de la otra testa taúrica.
Derivada del sombrero de dos picos; el cual procede del sombrero de tres picos o tricornio,(por avulsión de uno de ellos) que a su vez, procede del chambergo. Prenda que cubría la cabeza de los soldados de la guardia Chamberga, creada por la reina Mariana, esposa y sobrina del monarca Felipe IV. Estaba confeccionado en fieltro semiblando, y portaba alas anchas y copa acampanada.
Empleada en el siglo XIX, cuando vino la moda del pelo corto y los toreros no "se hallaron" con "la cara de resfriados" que les dejo tal mutilación. Por ello idearon la moda de la moña, de las patillas y de la montera, ya que de siempre, la cabeza de gran tamaño fue considerada como hermosa.
Luego, de estos tres elementos, el único que aumentó fue la montera, mientras que la moña fue haciéndose más pequeña y las patillas llegaron a desaparecer completamente, quedando en los tiempos actuales y únicamente para el recuerdo, en las mejillas de una familia ganadera salmantina. Actualmente las han adoptado a veces los diestros Luis Francisco Esplá y Juan José Padilla que en los momentos actuales luce unas enormes patillas en forma de hacha.
"Pepe-Hillo" usaba el castoreño, llamado así por estar confeccionado en piel de castor. Llevaba esta prenda una voluminosa escarapela, llamada cucarda, en forma de piña de color oscuro con un vértice más claro, con misión ornamental e inútil.
Ahora llevan cuatro filas de alamares colocados así:
Primera fila, la más alta, con un alamar.
Segunda y tercera filas con dos alamares.
Y la cuarta y última fila, que bordea el filo inferior de la chaquetilla, con alamares colocados en fila india en el mismísimo borde inferior de la chaquetilla.
De cada alamar suelen colgar de cuatro a cinco caireles.
También lleva dos bolsillos que suelen estar ocupados por pañuelos.
Hoy los materiales modernos tienden ha hacer más livianos todos estos componentes del puzzle del vestido de torear. E incluso los diestros tratan de quitar tanto barroquismo en favor de la comodidad.
Y en lo más alto, en la cabeza, está la "montera", cumpliendo con su papel jerárquico, de poder, de hacer más grande el Yo del torero, de función utilitaria de protección de la testa contra los golpes de la otra testa taúrica.
Derivada del sombrero de dos picos; el cual procede del sombrero de tres picos o tricornio,(por avulsión de uno de ellos) que a su vez, procede del chambergo. Prenda que cubría la cabeza de los soldados de la guardia Chamberga, creada por la reina Mariana, esposa y sobrina del monarca Felipe IV. Estaba confeccionado en fieltro semiblando, y portaba alas anchas y copa acampanada.
Empleada en el siglo XIX, cuando vino la moda del pelo corto y los toreros no "se hallaron" con "la cara de resfriados" que les dejo tal mutilación. Por ello idearon la moda de la moña, de las patillas y de la montera, ya que de siempre, la cabeza de gran tamaño fue considerada como hermosa.
Luego, de estos tres elementos, el único que aumentó fue la montera, mientras que la moña fue haciéndose más pequeña y las patillas llegaron a desaparecer completamente, quedando en los tiempos actuales y únicamente para el recuerdo, en las mejillas de una familia ganadera salmantina. Actualmente las han adoptado a veces los diestros Luis Francisco Esplá y Juan José Padilla que en los momentos actuales luce unas enormes patillas en forma de hacha.
"Pepe-Hillo" usaba el castoreño, llamado así por estar confeccionado en piel de castor. Llevaba esta prenda una voluminosa escarapela, llamada cucarda, en forma de piña de color oscuro con un vértice más claro, con misión ornamental e inútil.
La montera, desde un principio, ha tenido finalidad de adornar en combinación con las patillas, y su uso se remonta a los tiempos de Paquiro. Es autóctona y semeja una prolongación del cabello rizoso. Es una prolongación de la antigua peluca. Por eso los diestros actualmente, y siguiendo con lo del "banco pintado", no se descubren ante el Presidente, sino que se limitan a llevarse la mano a la montera e inclinar la cerviz.
En su confección suele entrar el "astracán" -piel de cordero nonato de raza karakul- sobre el cual se suelen sobrepujar diferentes dibujos para darlas más vistosidad.
Es una prenda que resulta incómoda, sobre todo para los peones, que deben llevarla continuamente cuando están en el ruedo. Algo menos incómoda para el matador, que prescinde de ella cuando banderillea o para realizar las faenas de muleta, despreciando, tal vez inconscientemente y siempre anti-tradicionalmente, su carácter utilitario de casco protector.
Y en cuanto a los colores de la seda (componente de la base del traje), podemos decir que prácticamente están presentes todos los imaginables del espectro cromático que pueden componer cualquier paleta de un buen pintor. Colores que siempre han estado relacionados con los otros componentes del rito táurico. Por eso los básicos suelen ser los que utilizan en sus casullas de oficiar los sacerdotes, es decir: blanco, verde, rosa pálido, violeta, rojo y negro. O el color de los cardenales, el morado. También por su relación mariana, el color azul purísima y por su relación con Cristo, el color macareno o color del gran poder.
Pero también hay otros colores como:
Amarillo: considerado como el más anti-taurino. El color proscrito de Molier. Pero lo cierto es que lo han vestido diestros de todos los tiempos en las diferentes tonalidades que van desde el caña clarito hasta el canario, pasando por el amarillo limón.
Gris: Es quizá el color más anodino e indiferente de todos, pues la seda con este color es incapaz de destacar sobre los adornos de oro o plata. Color que va desde el gris perla, hasta el pizarra oscuro.
Tabaco: Se trata en realidad de la gama tonal de las tierras, que van desde el marrón claro hasta el oscuro. Corresponden con los colores de tierra siena natural y tierra siena tostada.
Seguidamente os describiré los colores anteriormente mencionados:
Blanco: El color inmaculado. El de las grandes solemnidades. Propio de alternativa por ser color de cambio de estado, como las galas, transfiguraciones, etc, etc. Se trata de un color puro y vistoso. El que también algunos toreros han utilizado en el día de su despedida de los ruedos.
Rojo: El taurinamente denominado grana, el que combinado con el oro da el grana y oro, de los toreros valientes. El terno más torero.
Verde: El color de la esperanza. Tonalidad que va desde el verde penicilina, hasta el botella pasando por el verde manzana.
Azul: Posiblemente el color más empleado. Va desde las gamas de azul purísima, hasta el azul cobalto, pasando por el azul cielo.
Negro: El llamado taurinamente catafalco. ¿Quizá porque la casulla negra y oro sea la utilizada para las celebridades fúnebres? Le encuentro un poco lúgubre a pesar de que hoy parece haberse puesto de moda, por parte de algunos diestros que lo consideran elegante.
En cuanto a los complementos que adornan el traje de torear, hoy también está de moda el azabache.
¿Tal vez, por su menor peso?
¿Acaso, por su menor coste?
No se exactamente la causa de esta moda. Si he podido observar que su empleo, casi siempre va ligado a los toreros artistas. Difícilmente en los toreros considerados como tremendistas, aunque algún torero de los denominados “fajadores”, también lo lleva.
En su confección suele entrar el "astracán" -piel de cordero nonato de raza karakul- sobre el cual se suelen sobrepujar diferentes dibujos para darlas más vistosidad.
Es una prenda que resulta incómoda, sobre todo para los peones, que deben llevarla continuamente cuando están en el ruedo. Algo menos incómoda para el matador, que prescinde de ella cuando banderillea o para realizar las faenas de muleta, despreciando, tal vez inconscientemente y siempre anti-tradicionalmente, su carácter utilitario de casco protector.
Y en cuanto a los colores de la seda (componente de la base del traje), podemos decir que prácticamente están presentes todos los imaginables del espectro cromático que pueden componer cualquier paleta de un buen pintor. Colores que siempre han estado relacionados con los otros componentes del rito táurico. Por eso los básicos suelen ser los que utilizan en sus casullas de oficiar los sacerdotes, es decir: blanco, verde, rosa pálido, violeta, rojo y negro. O el color de los cardenales, el morado. También por su relación mariana, el color azul purísima y por su relación con Cristo, el color macareno o color del gran poder.
Pero también hay otros colores como:
Amarillo: considerado como el más anti-taurino. El color proscrito de Molier. Pero lo cierto es que lo han vestido diestros de todos los tiempos en las diferentes tonalidades que van desde el caña clarito hasta el canario, pasando por el amarillo limón.
Gris: Es quizá el color más anodino e indiferente de todos, pues la seda con este color es incapaz de destacar sobre los adornos de oro o plata. Color que va desde el gris perla, hasta el pizarra oscuro.
Tabaco: Se trata en realidad de la gama tonal de las tierras, que van desde el marrón claro hasta el oscuro. Corresponden con los colores de tierra siena natural y tierra siena tostada.
Seguidamente os describiré los colores anteriormente mencionados:
Blanco: El color inmaculado. El de las grandes solemnidades. Propio de alternativa por ser color de cambio de estado, como las galas, transfiguraciones, etc, etc. Se trata de un color puro y vistoso. El que también algunos toreros han utilizado en el día de su despedida de los ruedos.
Rojo: El taurinamente denominado grana, el que combinado con el oro da el grana y oro, de los toreros valientes. El terno más torero.
Verde: El color de la esperanza. Tonalidad que va desde el verde penicilina, hasta el botella pasando por el verde manzana.
Azul: Posiblemente el color más empleado. Va desde las gamas de azul purísima, hasta el azul cobalto, pasando por el azul cielo.
Negro: El llamado taurinamente catafalco. ¿Quizá porque la casulla negra y oro sea la utilizada para las celebridades fúnebres? Le encuentro un poco lúgubre a pesar de que hoy parece haberse puesto de moda, por parte de algunos diestros que lo consideran elegante.
En cuanto a los complementos que adornan el traje de torear, hoy también está de moda el azabache.
¿Tal vez, por su menor peso?
¿Acaso, por su menor coste?
No se exactamente la causa de esta moda. Si he podido observar que su empleo, casi siempre va ligado a los toreros artistas. Difícilmente en los toreros considerados como tremendistas, aunque algún torero de los denominados “fajadores”, también lo lleva.
Uno de los protagonistas de esta novelada obra, concretamente Francisco Javier, está ensimismado viendo con qué parsimonia y cuidado, uno de los matadores está Acoplándose el capote de paseo. Ayudado por uno de sus subalternos que va tensando el capote para que éste se ciña perfectamente sobre el hombro derecho, pecho y espalda del matador. Este va tomando pequeños trozos del borde del capote y les va plegando , en exactas medidas, con los dedos de la mano derecha, mientras la izquierda fija los pliegues, en un acordeón perfecto, sobre su vientre, impidiendo que se destense el capote de la posición elegida.. De lo que cuidan con su mirada, por si hay que rectificar, el resto de la cuadrilla.
Se ha puesto especial cuidado en que el bordado principal quede en el centro de la espalda del diestro. Bordado que representando una imagen sagrada, o en su defecto unos primorosos, alegres, vistosos y coloreados claveles, llenan de elegancia y arte, la seda o manila del fondo del capote.
¡Capote de paseo! Prenda preciosa y colorista que, sin duda, ha venido a sustituir al antigua dolman portado por los militares en su traje de gala y que, dentro de unos instantes, irá a engalanar la barrera ocupada por alguna bella espectadora de la corrida.
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