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viernes, 28 de marzo de 2008

Hace ya unos cuantos años, concretamente al año siguiente de la inauguración de la nueva y moderna plaza de toros, estuvimos en Logroño, invitados por el Club Taurino Logroñes con la finalidad de intervenir en un coloquio del que también formó parte Montilla que fue un subalterno que actuó a las ordenes de importantes matadores de toros, quien recaló en Valladolid donde montó un bar llamado "El Boquerón de Plata" y que en aquel tiempo se dedicaba a buscar nuevos valores entre los chavales de los alrededores de Valladolid.
Personaje que aún conservaba su gracejo andaluz en las numerosas anécdotas, que a cientos contaba, vividas con la mayor parte de toreros de pasados y modernos tiempos.
Finalmente encontró la muerte en el coche de su hijo cerca de Antequera en uno de los numerosos viajes que desde Valladolid realizaba a su tierra donde tenía pensado instalarse definitivamente para pasar su vejez.

En la mañana del dia siguiente, recorrí los lugares que muchos años antes visitaba con más frecuencia cuando había de realizar las visitas de inspección a las paradas que el Depósito de Sementales de Tudela (a donde estaba destinado) tenía distribuídas por tierras de la Rioja.
Tras comer en el "Cachirulo" la extraordinaria comida que de siempre hizo gala, salimos para Valladolid, donde nada más llegar
escribí este artículo para complacer a la dirección de El Club logroñes que quería introducirlo en la revista que cada cierto tiempo publicaban.
¡Va por ustedes!

EL TAURINISMO LOGROÑES.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Siempre sentí admiración por Logroño. ¿Por qué?, pues sencillamente porque me gustó la reciedumbre de sus gentes. Esa fuerza en el hablar, comer, beber y en ofrecer su amistad al patriota de otras comarcas, es lógico que habría de transmitirse, en sus justas exigencias, a la Fiesta de los Toros.
Nadie podía dudar que ¡Logroño era torista! Y esta afirmación indudablemente llena de orgullo a todos los aficionados que nos preciamos de tal, al tiempo que produce el consiguiente susto a las “figuras taurinas de marketing”, porque son conscientes que el riojano exige toro y en Logroño hay que “jugársela” para no quedar en ridículo. De ahí que si algún “figurita de papel” no está dispuesto a “apencar” con el toro-toro, lo mejor que puede hacer es no venir a estas recias tierras.

Desconozco como irán las cosas de ahora en adelante con el nuevo coso de “La Ribera” aunque es fácil imaginar que con la “comercialización de la Fiesta” la familia “Chopera” habrá tenido que “moldear” sus antiguas exigencias para acomodarse a lo que los tiempos actuales demandan, tanto en instalaciones como en “toros bondadosos”.
He llegado a esta conclusión tras la contemplación de aquel cartel del domingo del 7 de abril de la temporada anterior, que tuvo el honor de inaugurar tan cómoda como funcional plaza de toros, donde se anunciaban tres “figurones del escalafón” enfrentados a la ganadería más comercial de toda la cabaña brava nacional.
¿Toros con trapío?. ¡Sin duda alguna!, ya que estos “toros artistas” están tan bien “rematados” que encubren perfectamente sus carencias de fiereza y poder con esas cabezas que destacan sobre la armonía de conjunto.
Pero...¿qué importan 10 o 12 cm más de cornamenta, cuando hay bondad a raudales y falta total de bravura picantona?
La teoría de la “evolución de la Fiesta” ha irrumpido con la misma fuerza que hace dos siglos lo hiciera la de las “especies” de Darwin, pero eso sí la reciente marcada por el sello de la involución, ya que la Fiesta ¡está devaluada!, pues al analizarla vemos que:
-El principal protagonista de Fiesta, el TORO, no solo está descastado en dosis alarmantes, sino que los escasísimos ejemplares bravos que brillan en la temporada, son masacrados en esa suerte, llamada de varas, donde la puya desencadena un CHOQUE HEMORRÁGICO derivado de ese otro término médico llamado HIPOVOLEMIA definido como: “la disminución del volumen sanguíneo” causada fundamentalmente por la HEMORRAGIA.
Hemorragia que conlleva la “disminución de la presión general media de llenado” y la “reducción del retorno venoso”.
Pues observen estas conclusiones: El toro de lidia tiene la siguiente cantidad de sangre: 60 ml por kilo de peso vivo. Lo que quiere decir que un toro de 500 kilos de peso tiene 30 litros de sangre.
Transmutando unos estudios realizados en humana al toro de lidia ocurre que un toro de lidia de 500 kilos de peso y completamente sano, no podría perder 12 litros de sangre sin que peligrara su vida. Y si padeciera cualquier alteración del sistema simpático no podría perder más de 4 litros sin peligro de muerte.
Ha de perder menos de estas cantidades para que los reflejos simpáticos enérgicos (iniciados en los barorreceptores) estimulen el sistema vasoconstrictor simpático quien contrayendo las arteriolas, venas y reservorios venosos, a la vez que aumentando las contracciones cardíacas hasta las 200 por minuto (lo normal 70-80) le permitan continuar con vida.
Lógicamente cuando el toro pierde sangre –a consecuencia de las agresiones incisas que desde la implantación de la divisa hasta las banderillas pasando por la más agresiva de la suerte de varas– su presión arterial baja a pesar de la protección de los reflejos simpáticos y hormonales (adrenalina, noradrenalina, vasopresina, renina - angiotemsina) así como del mecanismo llamado estrés-relajación encargados de mantenerla dentro de los límites normales.
Y cuando la baja es considerable, sin llegar a producir el CHOQUE HEMORRÁGICO, existe riesgo de anemia tanto cerebral como coronaria. Anemia que se produce hasta que la presión arterial no está por debajo de los 70 torr.
Cuando finalmente llega el nefasto CHOQUE HEMORRAGICO se produce una disminución del gasto cardíaco que conlleva a una reducción de la cantidad de oxígeno, lo que hace que no llegue a las células de la economía, con la consiguiente muerte de las mismas en unas horas. Claro que como la lidia suele durar unos 20 minutos, pues en el toro se observará: confusión mental, estupor, sopor (de ahí que tarde en reaccionar ante los estímulos del torero) disminución de la función renal (de ahí esos movimientos de retracción de las extremidades posteriores y de intranquilidad manifiesta, al tener dolores cólicos renales).
El toro está agotado porque la pérdida de sangre se ha llevado la glucosa que en definitiva es “la gasolina que mueve el motor bovino”. Glucosa que deriva de la degradación operada en la reserva glucogénica por la acción de la hormona adrenalina que comenzó a liberar la médula de la glándula adrenal junto con la ACTH, cuando el toro comenzó a estresarse (con su encierro en cajones, transportes, reconocimientos, sorteo y enchiquerado), con la finalidad de sobreponerse ante esta situación totalmente anómala para él.
-No hay tercio de quites porque predomina el toro monovárico.
-No hay toreo de capa, porque muy pocos toreros saben manejar el percal (que es cosa harto difícil).
-No hay verónicas rematadas con la media, que son el fundamento del toreo capoteril, mientras nos inundan las “chicuelinas”, “lopecinas” y demás zarandajas que casi siempre son rematadas de forma “serpentinesca” o en “revolera”.
-En banderillas...¡vulgaridad!, pues, ...¿cuanto tiempo hace que no vemos un par cuadrando en la cara y metiendo los brazos entre la cuna del toro?, y eso que el “marmolillo” casi nunca persigue.
-Con la muleta… ¡Faenas interminables! Con predominio de derechazos aprovechando el viaje del toro y donde (por innecesaria) no se “carga la suerte” y los pases de pecho no son obligados y sí dados en cadena. ¡Horroroso!
-Y...¿qué decir de la “suerte suprema”, que ya no lo es porque no cuenta para nada a la hora de la concesión de trofeos?
-Los ignominiosos avisos de antes, ahora casi son un galardón.
Pero todo esto es la “orden del día” en todas las plazas del orbe taurino. Por eso habremos de esperar la llegada de la Feria Matea logroñesa para, a la vista de los hierros ganaderos (que traerán a los toreros idóneos) valorar si Logroño sigue en la línea de reciedumbre taurina.