torostarifa.blogspot.com

lunes, 5 de enero de 2009

RECORDANDO TIEMPOS PASADOS.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

La Felicitación Pascual a unos condiscípulos de estudios de la Facultad de Veterinaria de Madrid, me han llevado a expresar en este blog, como primer artículo del año 2009, unas anécdotas que les recuerden, a ellos, tiempos pasados y, a ustedes, les sirva algún día como memoria histórica.

Durante mi época de estudiante de Veterinaria (1961-1967) sobre el toro de lidia, únicamente estudiábamos lo escrito en la página 286 de la asignatura Zootecnia Especial (Etnología Compendiada) de la que era autor D. Gumersindo Aparicio Sánchez, Catedrático de Zootecnia de la Facultad de Veterinaria de Córdoba, que en síntesis venía a decir: “el hombre al buscar en esta Raza de Lidia como única aptitud la acometividad, abandonó los detalles plásticos y fanerópticos, sacrificándolos en aras de una acción temperamental de bravura, punto neurálgico de la raza”.
El prototipo de raza se caracterizaba por: “conformación recogida, con peso vivo entre los 600 a 700 kilos en los machos y 300 a 400 en las hembras. Cabeza pequeña, con cara corta (braquiprosopia); perfil entrante y testuz invadido por pelos rizosos; ojos vivos y frente hundida; encornaduras insertadas en la misma línea de prolongación de la nuca en bastantes individuos, en otros por delante de ella y dirigida hacia delante y arriba, hasta adquirir la forma de gancho. Cuello breve y potente. Tronco cilíndrico de costillares arqueados y de gran profundidad. Línea dorso-lumbar recta o con ligera tendencia al combado, como corresponde a los tipos de perfiles entrantes. Grupa recta y amplia, con nacimiento de la cola en la misma línea de prolongación del sacro; la cola asimismo, debe ser fina y extensa; encontrándose revestida en su terminación de un gran mechón de crines, que en muchas ocasiones llegan al suelo. Nalgas redondas y extremidades de aplomos perfectos y gran finura de huesos.
La capa característica es la negra zaina con igual coloración en las terminales de cuernos y pezuñas. Las mucosas ennegrecidas
.
Anotamos como acción hereditaria insistente "su tendencia a la elipometría y, a si mismo, su marcada función sarcopoyética, con rendimiento neto, en carne, superior en muchas ocasiones al 60 %”.
Al siguiente año estudiábamos la asignatura de Producciones Pecuarias (Explotaciones Ganaderas) del mismo autor anteriormente citado, quién en la página 193 trataba la Producción del Toro de Lidia y la dividía en varios capitulados que comprendían: Forma de explotación, Selección de reproductores, Bases apreciativas (Peso, Conformación y presencia, Biotipología e integridad fisiológica, Constitución y forma de las encornaduras, Dinamismo y control de la aptitud, control funcional).
Y como el profesor Aparicio era muy aficionado a todo lo relacionado con el toro bravo emitió su teoría sobre la acometividad del toro de lidia, que plasmó en el libro en dos páginas (196 y 197) con letra más pequeña de formato que el resto de la obra.
Nunca llegué a conocer al profesor Aparicio personalmente, y a pesar de que, esta información no era como para “tirar cohetes”, me impactó y acrecentó mi afición por las corridas de toros (inculcada de siempre por mi padre) y alimentada por mi asistencia los domingos a las corridas que se celebraban en la Plaza Monumental de Las Ventas acompañado por un hermano de mi madre que vivía en Madrid y había sido torero en su juventud.
En la Facultad de Veterinaria y en mi curso había dos compañeros que poseían ganadería brava ambos residentes en el mismo pueblo, El Espinar (Segovia). Uno de ellos poseía una ganadería de las denominadas de 1ª. Se trataba de Domingo Rodríguez de Arce (q.e.p.d), hijo del titular de la ganadería que era D. Ángel Rodríguez de Arce, abogado de profesión.
Este señor en un principio y en su finca “Pedroviquet” tenía una ganadería brava adquirida en el año 1951 a los señores García Serna con sangre Villamarta + Albaserrada. Cambió el hierro y en 1959, adquirió vacas al Conde de Mayalde (Alcalde de Madrid) de procedencia Encinas.
El otro compañero era Alberto Gómez Pérez hijo del veterinario de El Espinar que también tenía una ganadería brava perteneciente a la Asociación Nacional de Ganaderías de Lidia, las consideradas de 2ª, de procedencia Contreras + Lorenzo Rodríguez de Espioja.
Nunca coincidí con estos dos compañeros en la plaza de toros de Madrid y por descontado con menos motivo con el resto de los que cotidianamente compartían mis mañanas y, a veces, tardes lectivas en la Facultad de Veterinaria. Eran otras las aficiones de los estudiantes de Veterinaria de Madrid, que se decantaban más por las estudiantes de Filosofía Y Letras y por el futbol.
¿Qué significación podemos dar a esto? Que no había afición a los toros entre los alumnos de Veterinaria a pesar de que dos profesores de la Facultad procedentes de Córdoba, D. Rafael Sarazá Ortiz (nos mandó un trabajo sobre la faena de “Acoso y derribo”), y D. Rafael Martín Roldán había realizado estudios anatómicos sobre el ojo del toro de lidia, del que únicamente nos enteramos los aficionados a estos menesteres.
No estaba la Facultad de Veterinaria madrileña por fomentar entre el alumnado la afición por sacar técnicos veterinarios en explotación de ganado vacuno bravo, de ahí tanto atraso en la Selección del Toro de Lidia.
En el viaje de “paso de ecuador” de la promoción anterior a la nuestra, algunos nos apuntamos (por aquello de la escasez de alumnado en la Facultad para ayudar a sufragar el viaje) a dar una vuelta por Andalucía y tras una escala en Córdoba, D. Rafael Martín Roldán nos gestionó la visita a la finca “El Rocío” que sus amigos los hermanos Peralta tenían y tienen en el pueblo sevillano de Puebla del Río. Los anfitriones nos obsequiaron con la demostración, en la plaza de tientas, de cómo ante becerras bravas con los pitones enfundados en cuero, ponían “a punto" sus caballos de rejones. Invitándonos finalmente a que diéramos unos capotazos, pero como no había afición a los toros, únicamente se lanzó al ruedo un servidor de ustedes para dar unos “pases de pechuga” como bautizaron a los muletazos los ínclitos, Raúl Bombín y Carlos Luis de Cuenca.









Definitivamente los nulos estudios relacionados con el toro bravo en la Facultad de Veterinaria de Madrid no movían a los estudiantes a interesarse por este bello animal, de ahí que solamente continuáramos con nuestra afición los que la llevábamos antes de entrar en este centro de estudios universitarios donde tampoco estudiábamos el caballo como patrón y sí a la vaca lechera a través de esas cátedras ambulantes semanales dirigidas por un clínico encargado de atender al colectivo lechero distribuido por las vaquerías de Madrid y alrededores.







Posteriormente mantuve contacto con los Hermanos Peralta, estos extraordinarios y renovadores rejoneadores, a través de mis actuaciones profesionales como veterinario taurino en la Plaza de Toros de Medina de Rioseco (Valladolid) donde desde los años 1954 celebraban anualmente, con la sola interrupción de dos años, el Festival Taurino a beneficio del Hospital Asilo de Sancti Spíritus y Santa Ana y que llevó a que al hermano menor, Rafael Peralta Pineda, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales le concediera con fecha 20 de Enero del año 2002, la Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social por su enorme obra humanitaria.
Después del Festival Taurino, del que fui asesor taurino del Presidente del festejo durante varios años, las monjitas que regían la institución del Asilo invitaban, a todos los intervinientes en el Festival, a una copita de vino acompañadas de viandas preparadas por ellas con todo esmero, amor y cariño.
Al Festival suele acudir la superiora del asilo que ocupa palco contiguo al de Presidencia en esa Plaza denominada Coso del Carmen construida sobre terrenos de un convento de padres carmelitas allá por el año 1858 y que fue inaugurada dos años después por “Cúchares”.
Un ruedo decagonal construido en piedra cuenta con zócalos del antiguo Castillo de los Almirantes que combinan con la madera que conforman los balconcillos, techumbres y soportales que fueron objeto de rehabilitación hace unos años, por los alumnos de la Escuela de Artes y Oficios de la localidad. No posee callejón y el acceso a la plaza es a través de una puerta que comunica directamente la calle con el patio de caballos y demás dependencias lo que da un sabor tradiccional a esta plaza.

No hay comentarios: