ANTONIO
DELGADO MOYA.
Fue uno de los grandes aficionados a los toros en Tarifa que llegó a la cúspide taurina al ocupar durante muchos años el palco
presidencial de nuestra bicentenaria plaza de toros, como asesor artístico sin
haber sido torero practicante.
Con su mujer María de la Luz Lara Ríos concibió una familia
numerosa integrada por 7 hijos; cuatro varones (Curro, Aurelio, Antonio y
Manolo) y tres hembras (Antonia, Carmen y Luz María) los mismos que hermanos
componían la descendencia de sus padres.
Murió a los 76 años el día 7 de noviembre del año 2011 desfilando
por el Tanatorio tarifeño prácticamente muchos vecinos de la milenaria ciudad y
el completo de la campiña tarifeña a la que Antonio pertenecía y mantenía
relaciones desde su nacimiento.
¡Cual fue el trabajo de Antonio?. Cuando le pregunté a su cuñado
Manuel Lara Ríos, éste me responde con la poesía que refería un maestro que les
educó de pequeños:
“Cuando
fuiste almadrabero,
muy poco
tú, prosperaste,
luego una
instancia echaste,
para ser
carabinero,
consumista,
segador, comerciante de habichuelas,
y ahora
maestro escuela,
mi vida es
una canción”.
Cuando Antonio comenzó a pretender a su novia, el padre Francisco
Delgado Pelayo tenía un huerto en renta en Los
Majales cuyo propietario era Alfonso Delgado.
Francisco poseía 6 fanegas de tierra en el Cerro del Rey (lo que hoy es El
Mastral donde Luis Escribano, carnicero y aficionado a los toros hizo un
cortijo al que trató de incorporar las tierras de Francisco. No lo consiguió al
principio pero al final vendió todo de manera mancomunada a Gregorio Quesada
Márquez “Canito” un malagueño que se hizo
multimillonario cuando se realizó el aeropuerto de Málaga y le compraron sus
tierras para llevarlo a efecto.
Luis Escribano hizo sus pinitos en el empresariado taurino
llevando al torero Pepe Osuna y luego a su sobrino Luis Escribano en asociación
con su hermano Manuel, padre del torero y abuelo del titular de la Peña Taurina
Manuel Escribano.
Ya de novio de María de la Luz trabajó y vivió en casa del suegro
Manuel Lara Petisme ayudando a éste en las funciones del trabajo del que vivía,
para sacar adelante a sus diez hijos que
era el de rentar al Ayuntamiento los pastos y montanera de las fincas de su
propiedad: La Peña, Caheruela,
Puertollano, Longanilla, Los Zorrillos,la Ahumada, el Bujeo, Betis, y Tierra Plata que se denominaban los Baldíos, y que posteriormente
arrendaba a todos a aquellos que llevaban sus ganados equinos, bovinos,
caprinos, ovinos y de cerda a alimentarse de los pastos y bellotas de los
montes.
Luego, una vez casado, Antonio ha arado con tractores, con yunta
de mulos y de caballos. Ha segado,
trillado y aventado el trigo. Ha hecho carbón. Boniatos ha puesto lo que
no está en los escritos y cargas de
naranjas ha traído a Tarifa (ayudado por su hermano Chan) todas las del mundo.
Fue conductor de una camión de reparto que, en la ladrillera- almacén de al
lado del cementerio de Algeciras poseía D. Luis Cervera Abreu con quien también
trabajaba su hermano Chan como encargado de la finca “El Jaramillo”
Trabajó, por lo menos diez años, en la gasolinera del barrio de
fuera, (Zafer), siempre en el turno de
noche para aprovechar el día trabajando de sol a sol. Pero como de siempre trató de trabajar para él mismo, intentó comprar la gasolinera.
También tuvo una tienda en Tarifa cuyos productos los distribuía
por la campiña con un automóvil con el
que transportaba a los camperos a la ciudad. Posteriormente compró un Land
Rover apto para transportar desde el campo, a sus vecinos sin que los taxistas,
con coches más modernos no aptos para estos difíciles caminos, consideraran
competencia desleal.
Antonio Delgado fue un gran trabajador y una gran persona.
Su afición a los toros le viene de herencia puesto que tanto su
padre como su suegro, que eran vecinos en “los
Majales” le llevaban a ver corridas de toros cuando era un niño. Afición
que se vio reforzada a consecuencia del trato con ganado palurdo de la zona,
poseedor de algo de sangre brava en sus venas.
Participó en herraderos y en las capeas que seguían a tales faenas
camperas y así su afición fue “in crescendo” hasta convertirse en veedor de la
Escuela Taurina de Tarifa cuando esta fue creada por iniciativa del que fuera
teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Tarifa con el gobierno del TAIF, el
militar cordobés Antonio Casado. Proporcionó becerros a la Escuela para prácticas
de alumnos procedentes de unas vacas que su consuegro Mateo Silva tenía
procedentes de Los Derramaderos, al
ser parte interesada (puesto que uno de sus hijos, Antonio hoy Policía
Municipal en el Ayuntamiento, estaba en
la misma y llegó incluso a actuar con traje de luces en varias novilladas y
como subalterno a las órdenes de los compañeros de la Escuela, “Gallito” y “El Monaguillo”.
En los comienzos de la creación de la Escuela Taurina y,
concretamente en los años 1996, 97 y 98, todos los viernes de los meses de
junio y julio se celebraban a las 22,00 unas becerradas con actuación, vestidos
de luces, de novilleros de la escuela taurina de Tarifa a la que invitaban a
otros becerristas de las escuelas taurinas del Campo de Gibraltar.
Tuve la ocasión de asistir a alguna de las celebradas en el mes de
julio que coincidían con mis vacaciones en Tarifa. Se lidiaban erales de las
ganaderías de la zona mediante convenio verbal con el creador de la Escuela
Taurina. La entrada era gratuita y naturalmente la plaza se llenaba hasta la
bandera por familias enteras que con su prole acudían a pasar parte de esas
noches espectaculares de clima en Tarifa. La presidencia era ocupada en su
asesoría artística por Antonio Delgado que fue ganando aprendizaje y méritos
para escalar la cima de asesorar en los festejos serios que se dieran en
Tarifa.
Con el gobierno socialista en Tarifa, durante dos legislaturas, la
presidencia fue ocupada por Antonio Escribano asesorada en materia artística
por su cuñado que no era otro que Antonio Delgado con la aprobación del público
asistente a la gestión desarrollada.
Antonio Delgado era asiduo, como abonado, a las ferias taurinas de
Algeciras, La Línea, San Roque, Los Barrios, El Puerto y Sevilla. También asistía a las corridas de su
interés en Málaga y en cualquier ciudad que se le pusiera en el entrecejo.
Con la irrupción de Manuel Escribano Nogales en el mundo taurino
fue uno de los creadores de la Peña Taurina de este matador de toros en Tarifa
y por descontado que no se perdió ninguna de las corridas que toreaba este
torero y a algunas de las cuales acompañé una vez fijada mi residencia, tras mi
jubilación en esta ciudad.
Nunca tenía pereza para coger su coche, siempre de alta gama, y
desplazarse a cualquier evento taurino de interés.
Cuando murió le dediqué un artículo que acababa de este manera:
“Antonio
seguro que en el cielo, ganado tras los enormes sufrimientos que le ha deparado
su enfermedad, estará tratando de convencer
a San Pedro para que organice una corrida de toros y le ponga de asesor
artístico”.
Amigo Antonio. ¡Descansa en Paz!
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