ELUCUBRACIONES SOBRE EL TORO DE
LIDIA.
Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ.
Veterinario y escritor.
Antes los ganaderos en las vacadas o ganaderías de reses bravas compuestas por animales de procedencia
heterozigota (casta) trataban de imponer su criterio selectivo dentro de las
características raciales Con ello
lograban, al tiempo que imponer su personalidad de ganadero, particularidades
somáticas o temperamentales que le diferenciaban del resto de las vacadas.
Se seguían unas pautas de
explotación extensivas en predios adecuados a la edad de los animales en su
proceso de preparación para la lidia.
La cubrición tenía lugar en la
primavera introduciendo una semental en cada predio para cada 25 vacas con las
que permanece hasta el mes de junio.
La paridera en plena dehesa desde
finales de enero hasta el mes de abril, permaneciendo las crías con sus madres
hasta el destete, en que separados comenzaba su alimentación supletoria.
Toda la vacada se movía
diariamente en busca del alimento que la tierra producía con lo que cuando
llegaban a la lidia, bien de novillos o de toros, estaban más o menos
preparados físicamente.
Cómo los animales han de estar
obligatoriamente separados no solo por sexos sino por edades, se requerían
grandes dispendios económicos con repercusión de la valoración en el mercado
que solía ser muy alta, puesto que el ganadero tenía que mantener a los toros
desde el nacimiento hasta los 5 años y cuidar de que no se alteraran lo más
mínimo en su integridad tanto fisiológica como psicológica.
El oficio de ganadero de reses
bravas se heredaba de padres a hijos. Estos iban asimilando las enseñanzas de
los padres en cuanto a selección y manejo del toro.
Por regla general los ganaderos
de élite solían ser gente de dinero poseedores de grandes fincas ubicadas en
Andalucía, Extremadura, Salamanca y Sierra de Madrid. No vivían del toro bravo
pero sí para él.
Cómo la producción del toro de
lidia no era rentable, muchos ganaderos consideraron la oferta de los
constructores que se hicieron súper ricos cuando la burbuja inmobiliaria. Los
ganaderos necesitaban dinero que ganaron fácilmente vendiendo las reses de cuasi desecho
a estos nuevos ricos que buscaban proyección social a la que siempre
echaron en falta.
La consecuencia inmediata fue
que: los ganaderos tiraron por tierra su prestigio y los nuevos ricos hicieron
ganaderías sin “ton ni son” que vendían por cuatro perras ya que a ellos el
tema toro les venía grande al no saber de que iba la cosa, pero su nombre
apareció en los carteles de las grandes ferias al tiempo que ocupaban
burladeros donde se codeaban con los políticos y personajes de la vida nacional
pudiendo pavonearse de este “privilegio”.
Al no haber criterios selectivos
sólidos, las ganaderías fueron tornando en su involución lógica y natural, a la
mansedumbre que lleva la pérdida de
casta. Los toros no embisten y se caen demasiado. Se echó tanto “agua al vino”
que ahora recuperar el pilar fundamental de la producción del Toro, cual es la técnica de la acometividad (bravura)
algo psíquico, temperamental, y por tanto sometido a la acción de acciones dispares y diversas, nos va a costar tiempo,
sudor y lágrimas.
De momento conservamos el otro
pilar menos susceptible de cambios drásticos cual es la presencia o trapío
entre otras cosas porque lo han exigido las aficiones de las plazas de Madrid y
Bilbao, pero también esta base sustentadora está resquebrajándose
peligrosamente en otras plazas que en su día fueron importantes tales como:
Sevilla, Zaragoza, Valencia o Logroño.
Claro que si tenemos en cuenta la
mejor definición que para mí se ha dado del toro de lidia como es la de Prieto
y Prieto no se necesitan verdaderos armarios para tener trapío, pues estos
toracos, luego se caen al estar faltos del motor necesario para mover estos
verdaderos trailer tauricos.
Prieto lo define como: “Cabeza medianamente voluminosa, ancho de
testuz; ojo saliente, vivo, grande y brillante, morro u hocico fino, húmedo y
elástico; cuernos bien colocados, ni muy bajos, ni muy altos, ni estrechos ni
anchos en demasía, de color verdinegros y nunca blanquecinos; oreja pequeña,
cuello flexible y no muy prolongado, coincidiendo con una cabeza bien puesta ;
pecho no muy ancho y profundo; vientre recogido; ancas ligeramente elevadas ;
dorso como afilado pero lleno; lomos rectos; cola lata y prolongada hasta pasar
los corvejones; extremidades anteriores rectas y finas; extremidades
posteriores casi rectas; corvejones bien pronunciados; cuartillas de los cuatro
remos más bien largas que cortas; pezuñas recogidas, bien hendidas, elásticas y
del color de los cuernos o negras; aplomos excelentes. La coloración de la capa o piel varía , pero es signo de
buena raza o subraza la persistencia del color del pelo en las reses de una
misma ganadería , por lo menos el fondo de capa igual, aun cuando varíen los
matices; los órganos de la generación aparecen normalmente constituidos y bien
desarrollados”.
El toro de lidia tiene tendencia
celoide, eumétrica, concavilinea y
brevilinea. Su alzada a la cruz debe rondar el 1,38 m, que es la media entre el
morucho salmantino 1,35 m y el toro negro de las Campiñas andaluzas 1,40 m y su
peso con una media de 550 kilos.
Y por regla general todo lo que
se salga de estos parámetros será un general fracaso de lidia, aunque algunas
unidades embistan. Cuando un toro está sobrado de kilos generalmente se cae.
Las caídas llevan consigo que sus embestidas sean descompuestas, porque estos
animales tratan de guardar el equilibrio para no caerse, más que de seguir los
engaños. Suelen protestar defendiéndose cuando se les obliga a ejercer su
condición psicológica semifijada por selección.
Como tampoco somos capaces de
estudiar en las ganaderías el gen de las
caídas, por aquella animadversión que los ganaderos tienen a los hombres de
ciencia genética, ahí tenemos las ganaderías sin cariotipar lo que debería ser
obligatorio como lo son los test de brucelosis y de tuberculosis.
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